Los multimillonarios pretenden no sólo influir, sino definir los resultados de la contienda
Más de la mitad de los congresistas son ricos; demócratas y republicanos comparten prosperidad
Jueves 30 de octubre de 2014, p. 25
Nueva York, 29 de octubre.
Las elecciones intermedias que culminan el próximo martes son presentadas como la máxima expresión democrática de la voluntad popular al elegir a sus representantes en el Congreso, pero en los hechos son una contienda determinada más por el dinero que por los votos de los ciudadanos.
El humorista satírico Andy Borowitz, de The New Yorker, ofrece el siguiente pronóstico: multimillonarios mantendrán el control del gobierno de Estados Unidos
. Cita a un ficticio analista que afirma que el martes, día de las elecciones, será una gran noche para oligarcas
. El supuesto experto agrega que será histórico
, ya que jamás se ha visto a los súper ricos mantener un control tan férreo sobre el gobierno desde los días previos a la revolución francesa
.
Y es que el dinero de los multimillonarios es cada vez más notable en lo que serán las elecciones intermedias más caras de la historia. Según el Center for Responsive Politics, organización no partidaria que se dedica al tema del dinero en las elecciones, las agrupaciones privadas externas a las campañas y partidos invertirán un total de 900 millones de dólares. De acuerdo con sus proyecciones, esos grupos gastarán más de 230 millones de este total sólo en los últimos 12 días antes de la elección, o sea, unos 19.4 millones en promedio por día. Esa inversión externa
es mucho más grande que en elecciones anteriores, y el hecho de que el número de donantes individuales será menor significa que hay más dinero de menos gente, o sea, el club se vuelve más exclusivo.
La influencia de lo que se llama dinero oscuro
en el proceso electoral es masiva, y como se canaliza por toda una serie de nuevas entidades que pueden ocultar el origen de esos fondos, no tiene que rendir cuentas a un partido o al gobierno más allá de avisar sobre sus gastos, y algunos ahora pueden gastar sin límites –todo gracias a un fallo de la Suprema Corte en 2010 que declaró que este tipo de maniobra (gastos independientes
ilimitados por entidades sin fines de lucro en procesos electorales) estaba protegido por el derecho constitucional a la libre expresión
; sólo se sabe de algunos de los grandes jugadores.
Por ejemplo, el magnate de casinos Sheldon Adelson donó casi 50 millones durante las elecciones de 2012 en beneficio de candidatos republicanos conservadores, mientras Tom Steyer, fundador de fondos especulativos (hedge funds) informó recientemente que ha donado más de 55 millones en apoyo a candidatos progresistas enfocados en el cambio climático. La lista de multimillonarios que intervienen directamente –con sus fondos– no para influir, sino para determinar los resultados, es cada vez más extensa.
Pero no es sólo que los ricos tengan tanta influencia sobre los políticos, sino que muchos de los propios políticos pertenecen al club exclusivo de millonarios. De hecho, por primera vez en la historia, más de la mitad de los legisladores de la Cámara y el Senado son millonarios, reportó a principios de año el Center for Responsive Politics. De los 534 integrantes actuales de ambas cámaras del Congreso, 268 tenían un valor promedio de un millón o más, según cifras de 2012, y el valor medio de los legisladores era de un millón 9 mil dólares.
Más aún, demócratas y republicanos compartían aproximadamente la misma prosperidad. Todo esto mientras se incrementó la desigualdad económica en este país. No pocos analistas señalan que esto ayuda a explicar por qué las prioridades de los más necesitados no llegan a ser prioridad, ya que los políticos no sólo parecen estar más atentos a los intereses –y benefactores– ricos, sino que ellos mismos son ricos.
Todo esto mancha lo que se presenta como el ejercicio democrático fundamental en este país, y nutre el desencanto. Vale recordar que el Congreso es ahora una de las instituciones nacionales más desprestigiadas en la historia, con un índice de aprobación de entre 12 y 14 por ciento en encuestas nacionales. Peor aún, en una encuesta reciente de Gallup sólo 7 por ciento de ciudadanos expresó confianza en el Congreso, el nivel más bajo registrado por la encuestadora para cualquier institución estadunidense. Y la mayoría de los estadunidenses expresan una percepción negativa de ambos partidos, mientras crece el número (44 por ciento) de los que se definen independientes
, o sea, no afiliados a ningún partido.
El reto, detener la compra-venta de políticos: Bill Moyers
Nada de esto es muy nuevo, y de hecho ha sido debatido intensamente desde el fallo de la Suprema Corte abriendo aún más esta influencia privada –y casi clandestina– en el proceso electoral. Ya desde 2102, el ex presidente Jimmy Carter –quien se ha vuelto una referencia internacional en procesos electorales– denunció que en Estados Unidos tenemos uno de los peores procesos electorales del mundo, y eso es resultado casi completamente del influjo excesivo del dinero
, y afirmó que el sistema está envenenado por la corrupción financiera
.
El gran periodista veterano Bill Moyers lo resumió aún más hace unos días: el desafío más grande que enfrentamos en Estados Unidos hoy día es detener la compra y venta de nuestros políticos y el proceso político por las corporaciones y los ricos
.
Pero nada de esto detiene el frenesí mediático y de la industria política sobre la gran contienda electoral en la que está en juego toda la Cámara de Representantes y 36 de las 100 curules del Senado, lo que cada vez más parece un juego entre millonarios.