Texcoco, Méx., 27 de octubre.

La cantante Eugenia León cerró el segundo Festival de Música Vientos de la Montaña, el pasado domingo, en el Jardín Central de este municipio, con un concierto que abrió con Yo vengo a ofrecer mi corazón, recibida con ese sentido profundo de amistad de una artista con su público, incluidas integrantes de su club de fans Corazón Gigante, que llegaron para saludarla y corear sus interpretaciones, algunas mejores que las originales y todas con su sello personal: bien cantadas.

A las siete de la noche, el gentío ya chiflaba y palmeaba pidiendo que ya apareciera la León. Para apaciguar las aguas, una banda de viento se echó un palomazo que no cayó nada mal. Es más, Mi gusto es, la preferida del Muchacho Alegre Cruz Lizárraga, fundador de la Banda El Recodo, tranquilizó los ánimos y no faltó quien bailara.

A las siete y media subió Eugenia y sus músicos, dirigidos por Rosino Serrano.

La intérprete comentó que el recital sería variopinto, de chile, mole y manteca, como los tamales. ¿Qué quieren? Así somos.

La geografía le queda chica a Eugenia y fue de un estado de la República a otro, y de una latitud a otra de América Latina.

Remando despacio, de Guillermo Briseño, removió tierra, polvo de otros lodos. Hasta las de Cri Cri: El ratón vaquero y La muñeca fea. Un recuerdo para Marcial Alejandro con El fandango aquí, hasta La paloma, canción de cuna que se tranformó en tema político, y Vámonos, de José Alfredo, que bien vale una poética.