En el arte a veces se pierde la perspectiva y muchas personas viven pendientes de cuál es la última moda para seguirla o para oponerse, a mí no me interesa eso. Me dedico a pintar para vivir con intensidad la experiencia de la pintura, pero también para compartirla, dice el artista Eric Pérez (DF, 1972), a propósito de la publicación de su libro Landschaft/Hudson, que hace unos días fue presentado en el Museo de Arte Moderno y ya se encuentra en librerías.

Editado por La Caja de Cerillos, con el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), The Pollock-Krasner Foundation y The Banff Centre, no se trata de un catálogo de obra, sino de una publicación que pretende mostrar al lector las imágenes que anidaron en la memoria del autor luego de viajar a Alemania y Estados Unidos.

Ambos recorridos fueron en tren, el primero a través de un bosque, el segundo bordeando el río Hudson, en Nueva York. Sin llevar cámara fotográfica y sin siquiera tomar apuntes, Eric se dedicó a observar los paisajes, la luz, las sombras, las texturas, los matices. Luego pintó en lienzos de pequeño formato cada detalle almacenado en sus recuerdos.

Esas vistas aparecen página tras página con la invitación de que el espectador se coloque no sólo en los ojos viajeros del pintor, sino en su forma de mirar la penumbra entre los árboles o la distante silueta de una urbe sobre un horizonte líquido.

Alquimia de la pintura

Las posibilidades son muchas en tanto el libro se hojee con calma para deleitarte, recorrerlo varias veces, como estar frente a la pintura misma, dice Pérez.

“Esa luz que se ve entre las hojas de otoño me emociona, no la iba a sacar de una fotografía, tenía que ser a través de la alquimia de la pintura para volver otra vez a la vivencia, pero también necesitaba imprimirla en un libro con la mayor calidad posible, para hacer regresar una y otra vez el entusiasmo.

“Landschaft/Hudson nace de una vivencia mental y pasa a un soporte que es la pintura, que a su vez pasa por la imprenta hasta llegar al libro; es también un viaje del que surgirá otra experiencia.”

Las dos obras pictóricas que realizó el artista tienen la escala propia de pequeño formato e incluso de la miniatura, pero son de gran aliento, pues llegan a medir varios metros de longitud.

Una lengua franca

En opinión de Eric Pérez, hoy “las personas aman la pintura por ser una lengua franca que todos comprendemos y a través de la cual todos nos entendemos, conozcan o no las diversas escuelas o autores. Simultáneamente puede ser algo muy profundo, puedes pasarte la vida estudiándola sin terminar de entender.

“En la pintura te puedes desplazar a la poesía, la narrativa, la filosofía. Un cuadro puede desencadenar una reflexión en una dimensión que puede enseñarnos muchas cosas. Es un camino en el cual me siento honrado y privilegiado de estar.

La pintura es también el resultado de un mundo íntimo que se hace en solitario. Cuando se expone, tal vez pocas personas lo conocen, lo miran, pero existe otra posibilidad para compartir y entrelazar la experiencia con otras posibilidades, una de ellas es hacer libros como éste, por eso me entusiasmó tanto este proyecto.

Eric Pérez ha mostrado su trabajo en exposiciones individuales y colectivas en México, Canadá, Estados Unidos y Austria. Obtuvo la beca Jóvenes Creadores del Fonca en 2000, 2003 y 2006, y el premio de adquisición de la edición 13 de la Bienal Rufino Tamayo, en 2006.

Fue artista en residencia en el Centro Banff (2001 y 2008), en canadá; becario de la Pollock-Krasner Foundation (2009), e integrante del Sistema Nacional de Creadores (2010-2013).