Panchito Morales
ecibí un emilio de Carmen Lara Zentecati, nieta de Panchito Morales, en el que me participa que el apellido de su abuelo era Lara, no Morales. También me pide que le platique de Panchito como cantante.
Empezaré por los recuerdos. Escuché cantar a Franchesco por primera vez en el cabaret Victoria, ya desparecido, situado cerca del Cine Cosmos, frente o casi a otro con el nombre de Beny, también ya desaparecido. Era en la época en que esta música, de la que sigo enamorado, era vista como propia del arrabal, de prostitutas, hampones, drogadictos, en una palabra, muy vilipendiada.
Franchesco formaba parte del conjunto Kaunabo de Pablo Roa, con Fayo Cabrera al piano y Efrén Malpica en los bongóes, éste apodado El Policía, dueño de sentido del humor y bromista empedernido. Éste, su servidor, todavía no empezaba a tratar de ser sonero.
Desde la primera vez que escuché a Panchito me causó admiración. Eduardo Periquet, trompetista cubano que llegó a México con el Conjunto Casino, y a la sazón director del conjunto Río Rosa, donde habían pasado en distintas temporadas Vicentico Valdés, Kiko Mendive, Benny Moré, etcétera, llevó a Panchito a cantar a su grupo que formaban Daniel de la Vega, en el piano, Andresito en el bajo, Chicho y Modesto Durán en las percusiones, Juan Manuel Colombo cantando y Chicho Changote y Periquet en las trompetas.
Tiempo después estuvo con Pérez Prado y Chucho Rodríguez. Con Fayo Cabrera participó en un conjunto que tuvo mucha calidad. Lo demás es historia. Los Yímbola y Son del Callejón fueron de lo último que le conocí, pero su trayectoria estuvo llena de calidad. En paz descanse. Estoy seguro de que será elemento de la guerrilla celestial, pues Dios es sonero y se ha llevado con él a los mejores.
En 1928 llegó a Veracruz la primera agrupación cubana organizada con el nombre Son Cuba de Marianao. Julio del Razo, a quien considero la historia viviente del son cubano en México, así como Pepe Macías El Tapatío, me contaron cosas que le pasaré al costo, mi querido asere. Dice Julio que los del Son Cuba de Marianao, antes de llegar al Distrito Federal, estuvieron en el puerto de Veracruz algunos días, cosa que aprovecharon los jóvenes veracruzanos de aquella época para ver cómo era el son, sobre todo oírlo y así aprender a interpretarlo.
Julio afirma que no les enseñaron; ellos asimilaron por sí solos, y recuerda al Masero y Tíamila como primeros intérpretes de esa música tan hermosa a la que ahora llaman salsa y se ha difundido tanto que hasta en Escocia se escucha y se goza.
Por su parte, El Tapa me dijo que gracias a marineros de barcos cubanos que intercambiaban discos empezó a escucharse el son, pero desconocían los instrumentos que conocieron con la llegada del Cuba de Marianao. Fue tal el impacto del son que se formaron varios grupos, inclusive, un son infantil patrocinado por Deportes El Tigre, así como Crespomel, que intentó servir pulque embotellado de promoción con el son. También Julio me habló del Son del Árbol de Oro.
Ambos apasionados del son cubano, con el tiempo se convirtieron en soneros triunfadores, El Tapatío, director del Son Clave de Oro, y Julio al actual en diferentes grupos de enorme calidad, hasta llegar a una larga estancia de 20 años con Pérez Prado y 11 viajes a Japón.
Ahora, monina, familiarícese con estos nombres aunque no le aseguro la ortografía: familia Valera Miranda, Estudiantina Invasora, nengón, changüí, quirivá, son maracaibo, rumbanbá, Nené Manfugás, Son de los Permanentes, que próximamente irán apareciendo, así como tingo talango, que también se conoce como tumbandera.
Me pinto echando un pie como Adela la que cantó Tin Tan con su carnal Marcelo: Arrollando va, arrollando se va Adela
. ¡Vale!