El Museo Maya presenta la exposición El hombre temprano en el centro de México
Se trata de una recopilación de los vestigios más relevantes en los pasados 60 años, efectuados en el corazón del país
Todos los restos humanos provienen de la periferia de la capital, dice la arqueóloga Adriana Velázquez Morlet
Incluye a los homínidos de Chimalhuacán y Tepexpan
Viernes 17 de octubre de 2014, p. 3
Cancún, QR., 16 de octubre.
¿Cuántos antiguos mexicanos habrán caído bajo las garras de un tigre dientes de sable? Es la pregunta que los niños se hacen cuando miran, lo más cerca posible, los largos, sólidos y puntiagudos colmillos del esqueleto de un esmilodonte, felino que vivió hace más de 10 mil años.
El ejemplar forma parte de la exposición El hombre temprano en el centro de México, que se presenta en el Museo Maya de Cancún.
La muestra, con la curaduría del antropólogo José Concepción Jiménez, echa a volar la imaginación de chicos y grandes.
Se trata de una recopilación de los hallazgos más relevantes realizados los recientes 60 años en el corazón del país, en contextos que fueron lacustres en su momento y que ahora son urbanos. Todas las piezas provienen de la periferia de la ciudad de México
, explica a La Jornada la arqueóloga Adriana Velázquez Morlet, delegada del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Quintana Roo.
Se exhiben seis cráneos y dos esqueletos completos, así como huesos desarticulados de dos mujeres y seis hombres adultos, cuya antigüedad va de los 12 mil 700 a los 4 mil 500 años aC.
El Hombre de Balderas
Los restos pertenecen a las colecciones de la Osteoteca de la Dirección de Antropología Física del INAH y dan a conocer al público del museo cancunense a los ancestros más antiguos de los habitantes del centro de México.
Uno de los esqueletos más relevantes es el Hombre de Chimalhuacán (10 mil 500 años), que está completo, encontrado en 1984 en el municipio del mismo nombre. Precisamente por estar en contextos urbanos y semiurbanos, los hallazgos han sido de manera fortuita, por la construcción de una obra o por alguna persona que trabajaba en la milpa, como en este caso
, añade Velázquez Morlet.
Llama la atención la estatura que tuvo ese antiguo poblador: 1.72 metros, lo cual indica que nada tiene en común con los posteriores habitantes indígenas que están bien documentados, y hace suponer que se extinguió o se mezcló con otros grupos, pues sucede que su ADN tiene poco que ver físicamente con los aztecas o mayas
.
Esos hombres y mujeres que vivieron hace 12 mil años en los grandes lagos del centro del país tenían una esperanza de vida de entre 30 y 40 años, sobrevivían en condiciones muy duras, muchos de los restos presentan huellas de fracturas de huesos.
Ahí está también el Hombre de Balderas (10 mil 500 años), descubierto en 1968 en la calle con ese nombre, durante las excavaciones realizadas para construir la línea 1 del Metro, en la capital del país; y el Hombre de Tlapacoya (12 mil años), localizado en el cerro del poblado de ese nombre, en el estado de México.
Se exhiben además los crá-neos del Hombre de Texcal (7 mil 480 años), hallado en 1964 en la cueva así denominada en Valsequillo, Puebla; el Hombre de San Vicente Chicoloapan (4 mil 500 años), encontrado en 1955, en el poblado del cual tomó su nombre, en el estado de México, y el Hombre de Tepexpan (6 mil 200 años), descubierto en 1947 en los limos lacustres del lago de Texcoco, en esa entidad, así como varios huesos de la Mujer de Texcala (7 mil 200 años).
La muestra se presentó por primera vez en el norte de México, pero con réplica de varias piezas. Con los cráneos originales, Cancún es la segunda ciudad donde se exhibe, la primera fue en la Biblioteca Palafoxiana de Puebla.
La museografía se complementa con un mapa de la cuenca de México, donde se indican los sitios del hallazgo de los cráneos, así como fotografías de esos lugares y una animación digital que recrea cómo pudieron haber vivido los primeros grupos humanos, además de un plano que describe las rutas de migración del hombre por el continente americano.
Los ejemplares óseos están resguardados normalmente en el Museo Nacional de Antropología, donde se mantienen en buenas condiciones. Algunos son de color oscuro, debido al proceso de desmineralización.
El esqueleto del tigre dientes de sable, que pertenece a la colección del Museo Maya de Cancún, fue una donación del Museo del Desierto de Coahuila. Se presenta junto con los restos de un gliptodonte (antepasado de las tortugas), para contextualizar la fauna con la que convivieron esos jóvenes y altos primeros habitantes de México.
La exposición El hombre temprano en el centro de México termina a finales de octubre en el Museo Maya de Cancún (bulevar Kukulkán kilómetro 16.5, zona hotelera, Cancún, Quintana Roo).