En condiciones óptimas, cualquier ser humano dispone de 150 litros de agua por día. De acuerdo con Naciones Unidas, en situaciones de crisis una persona debería disponer al menos de 20 litros diarios, pero en la República Saharaui, donde las temperaturas rondan los 50 grados centígrados, hace 40 años que 200 mil personas sobreviven con apenas 11 litros de agua por día.

A esta situación de precariedad debe agregarse que lo que alguna vez fue su territorio, invadido por Marruecos con la anuencia de Estados Unidos y Francia, entre otros, está dividido por un muro de 20 metros de ancho y cinco de alto, sembrado con más de nueve millones de minas antipersonales; un millón han sido desactivadas por una ONG y el resto han explotado, mutilando o lesionan gravemente a decenas de personas, entre ellas a un mexicano. Esto es parte de la historia que cuenta el cineasta español Miguel Ángel Tobías en el estreno mundial de la película Gurba, la condena.

“La idea de rodar esta película surgió cuando nos enteramos de que la única misión de paz de la ONU que no puede reportar ninguna violación a los derechos humanos está desplegada en la República Saharaui, esto gracias al veto de Francia, que tiene grandes intereses en la explotación de minerales en ese territorio, controlado por Marruecos. Así que un soldado marroquí puede golpear o violar a un saharahui frente a un casco azul, sin que pase nada”, dijo en entrevista con La Jornada.

Por accidentes de la vida, el estreno mundial de esta cinta, tercer proyecto sin fines de lucro del cineasta, tendrá lugar en México el próximo 26 de octubre en la sede del Museo Memoria y Tolerancia. La República Saharaui (ex Sahara español) fue reconocida como nación por el gobierno mexicano en 1979, y ha buscado por más de 40 años una solución pacífica al conflicto con Marruecos, que se apropió de parte del territorio de Saharaui, única nación árabe hispanoparlante.

El audiovisual, el motor más potente para cambiar el mundo

Siempre he pensado que el audiovisual es el motor más potente para cambiar el mundo, para cambiar las sociedades, asegura este cineasta, que rodó el primer documental en el orbe sobre la tragedia de Haití en 2010 –cuya exhibición y distribución también es gratuita– y que, como en el caso de Gurba, la condena, busca evidenciar que lo único que diferencia a los seres humanos es la condición de estar en posibilidades de ayudar o de necesitar ayuda.

En el caso del documental sobre el terremoto en Haití, se consiguieron donaciones que permitieron la construcción de una escuela y varios centenares de casas, recuerda el cineasta, que hace cuatro años asumió el compromiso público de producir anualmente un proyecto que aportara algo a la sociedad, que se puedan ver en familia, que generen debate y eduquen. Tengo 2 mil y pico de horas producidas, he recorrido tres cuartas partes del mundo y esto es importante, porque me ha dado una visión del ser humano. Me he dado cuenta de que son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan.

Gurba, la condena es un documental que permite, incluso a quienes desconozcan el tema, entenderlo perfectamente. Toca el corazón, me dijo el embajador de la República Saharaui en México, remata Miguel Ángel Tobías.