l escenario mundial ante la enfermedad producida por el virus del ébola (EVE) se ha transformado radicalmente en las semanas recientes. Para entender de manera correcta el estado actual de esta patología a escala global, y adoptar medidas racionales y efectivas ante ella, resulta conveniente tener a la vista los hechos recientes: 1. En las naciones afectadas de África, crecen día a día el número de casos y muertes por este mal; 2. El virus ya ha sido exportado, dando lugar al primer diagnóstico en Norteamérica, el cual produjo la primera muerte por esta patología en Estados Unidos; 3. En Europa, específicamente en Madrid, España (donde se contabilizan ya dos muertes), ocurrió el primer contagio directo fuera del continente africano; 4. El segundo caso de transmisión del virus de persona a persona fuera de la zona donde se inició el actual brote se confirmó luego en la ciudad de Dallas, localizada a unos mil kilómetros de la frontera con México; 5. En Latinoamérica, los gobiernos de naciones como Chile y Brasil ya han realizado pruebas de laboratorio en casos que han sido considerados sospechosos; 6. Pese a los esfuerzos de la comunidad científica internacional, no se cuenta aún con vacunas o tratamientos de eficacia probada contra el virus; 7. Todos los países del mundo –incluido México– se han puesto en estado de máxima alerta ante lo que podría (aún hipotéticamente) convertirse en la segunda pandemia de este siglo.
Los hechos anteriores muestran que estamos en una situación que puede calificarse de muy seria y grave. Como ante cualquier enfermedad, debe ponerse especial atención en el origen, la región del planeta en el que surgió el actual episodio de la EVE. El reporte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) fechado el 10 de octubre, que incluye a Guinea, Liberia, Nigeria, Senegal, Sierra Leona, España y Estados Unidos, muestra que existían 8 mil 333 casos (entre sospechosos, probables y confirmados) y habían ocurrido 4 mil 33 muertes (datos al 8 de octubre). Muy probablemente por la intensa labor médica que se ha realizado, la mortalidad se ubica ahora por debajo de 50 por ciento. La tarea en este caso resulta muy clara: hay que detener la propagación de la EVE en el continente africano. Para ello se requiere del trabajo de todas las naciones en tres áreas: recursos económicos, materiales y equipos, y principalmente recursos humanos. Todo esto respetando la dignidad y los derechos de las personas, especialmente de libre tránsito, mediante los controles sanitarios pertinentes.
La enfermedad ha adquirido una dimensión global. Un aspecto importante en todos los países es una adecuada vigilancia epidemiológica que permita detectar oportunamente los casos considerados sospechosos y realizar la confirmación rápida en laboratorios de nivel 3 a 4 (los que pueden detectar el virus del ébola y cuentan con los niveles de seguridad apropiados) y el aislamiento de los enfermos en hospitales bien equipados y dirigidos por expertos. De acuerdo con lo que ha informado hasta ahora la Secretaría de Salud, México está preparado…
Los casos recientes de transmisión de persona a persona en Estados Unidos y España que involucran a personal de salud, han puesto a discusión los protocolos que deben seguirse con los equipos de protección usados en la atención de los enfermos. Esto es muy importante, pues debe tenerse plena certeza de la calidad de los mismos y en el entrenamiento riguroso del personal médico y paramédico para su uso. En algunos países, como el Reino Unido, se realizan simulacros para que su personal cuente con el entrenamiento adecuado.
Hay una esperanza basada en la investigación científica y tecnológica. Existe una carrera contrarreloj para la producción de al menos dos vacunas que permitirían enfrentar esta crisis sanitaria. De lograrse, significaría contar con la más poderosa y deseada herramienta para la prevención del EVE. Actualmente están en la fase 1 de prueba. La aprobación de cualquier vacuna o tratamiento en humanos tiene que cubrir tres rigurosas fases clínicas. Una de ellas se llama (cAd3-ZEBOV), que ha sido desarrollada por los laboratorios de GlaxoSmithKline en colaboración con el Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, utiliza como vector (el vehículo que transporta el principio activo) un adenovirus de chimpancé al que se ha insertado un gen del virus del ébola. La otra vacuna es la llamada (rVSV-ZEBOV) desarrollada por la Agencia de Salud Pública de Canadá, y cuenta con la colaboración de la empresa estadunidense NewLink Genetics, emplea un virus de la estomatitis vesicular al que se ha remplazado uno de sus genes con otro de ébola. Las dos sustancias han demostrado una eficacia de 100 por ciento en estudios realizados en primates no humanos, pero se desconocen sus efectos en nuestra especie. Desafortunadamente no estarán listas sino hasta el primer trimestre de 2015, si todo va bien.
Finalmente, es necesario referirse a algunos de los efectos sociales de la EVE, pues se han generado paranoia y comportamientos indeseables, como la propagación de rumores que han obligado a las Secretaría de Salud del Estado de Veracruz a aclarar que no se han detectado casos de EVE en esa entidad. La población de nuestro país no debe hacer caso a este tipo de rumores. En México aún no se ha detectado ningún caso de esta enfermedad y es la Secretaría de Salud federal la encargada (y obligada) de dar la información confiable sobre este tema.