Salarios de hambre
na vez más, el presidente de Estados Unidos reiteró su petición al Congreso relativa a la necesidad de aumentar el salario mínimo en todo el país de 7.20 a 10.10 dólares por hora, (más de 130 pesos). Los legisladores republicanos, como no podía ser de otra manera, a coro con diversas organizaciones empresariales (incluida la poderosa Cámara de Comercio) reiteraron su oposición a la solicitud por considerarla inflacionaria, cuyas consecuencias serían la pérdida de empleos y la huida de inversión a otros países donde los salarios son más bajos. Obama objetó tal supuesto y demostró su falsedad mediante varios ejemplos. Uno es que por lo menos en 15 estados donde el salario mínimo se ha incrementado por arriba de los 7.20 dólares actuales, no sólo no ha habido pérdida de empleos, sino que la recuperación de la crisis económica ha sido más rápida que en muchos otros donde no se ha aumentado.
De acuerdo con varios centros de estudios conservadores, lo dicho por el presidente es una verdad a medias. Con independencia de ello, la solicitud debe inscribirse en un contexto más amplio en el que la justicia económica y social sean el rasero con que se midan las ventajas del aumento al mínimo salarial, y no las mezquinas argumentaciones de los patrones y sus aliados en el Congreso. En un país donde más de 50 por ciento de los trabajadores debe tener al menos dos trabajos para sobrevivir y el incremento de la desigualdad y de la pobreza son evidentes, los argumentos empresariales no sólo son falsos, sino inmorales.
Innumerables estudios han demostrado que uno de los lastres más caros del crecimiento económico es el aumento en el número de pobres. Pero no es necesario recurrir a ellos para dar cuenta del deterioro de vida de aquellos cuyos salarios han quedado anclados con varias décadas de atraso. La congelación del salario mínimo ha sido el instrumento idóneo para garantizar la acumulación sin precedente de 5 por ciento de los estadunidenses más acaudalados.
No es casual que la mayoría de los migrantes procedentes de México presten sus servicios en la agricultura y los servicios, sectores donde es norma pagar el mínimo salarial. Por ello debiera ser prioritario para las organizaciones que luchan por garantizar condiciones de vida más justas para los migrantes atender el llamado del presidente y apoyar su reclamo por aumentar el salario mínimo en todo el país.