El título de esta novela es interesante, sin embargo, a medida que se avanza en la lectura se percibe cierta monotonía en los pocos personajes que aparecen y en la trama. No hay escenas que atrapen al lector y lo involucren para que haga sus conclusiones, tampoco hay protagonistas antagónicos. Todo es lineal.

Escribir sobre escritores que no pueden escribir, como es el caso de este libro, puede resultar una buena fórmula narrativa, pero languidece al paso de las líneas. La narración gira en torno de Pedro de la Serna, de 71 años, escritor al que no se logra conocer del todo sino una parte casi mínima de él: su edad adulta, el paso del tiempo sobre su cuerpo y sobre sus ideas. Escribir, para Pedro es la razón de su vida cuando todo lo demás puede borrarse.

La vida sentimental de él ha sido variada a lo largo del tiempo, desde su lejano divorcio de Lisa. Se entusiasma con facilidad, pero se desentiende con rapidez y ha sido apasionado pero inconstante en sus relaciones. De esto va la novela. No hay altibajos ni retrospectivas que nos induzcan a querer conocerlo más. No es, pues, un personaje entrañable. Por tanto, la lectura resulta monótona.

Aline Pettersson escribe desde la mente de un hombre adulto, quien afirma que la naturaleza no es tan ruda. La edad es algo imperceptible que se impone poco a poco sin darse uno cuenta. El tema resulta interesante, pero no es rescatable del todo.

Quizá sea que sus novelas, como ella lo ha afirmado, no se refieren a los grandes estruendos de la vida, sino al rumor fuerte que nos habita, esos abismos y barrancos que tenemos dentro.

Título: A la intemperie

Autora: Aline Pettersson

Editorial: Alfaguara

Número de páginas: 134

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