Sociedad y Justicia
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Países en desarrollo, sin datos de desempeño de programas, señalan en seminario

Enfermos reciben servicios de salud que se manejan casi a tientas: experto
Enviada
Periódico La Jornada
Martes 7 de octubre de 2014, p. 39

Boston, 6 de octubre.

Los sistemas de salud se mueven a tientas, como si tuvieran los ojos cerrados, con estadísticas antiguas. Esta es la mejor receta para que las personas no reciban los servicios que necesitan, advirtió Marino González, especialista en políticas públicas de Venezuela.

Señaló como claro ejemplo los casos de la diabetes e hipertensión arterial. Dos de cada tres personas afectadas en países en vías de desarrollo –la mitad en México– desconocen que tienen alguno de estos males y enfrentan un riesgo para la salud, la vida y la productividad e innovación del país en que viven.

Son los individuos que de repente mueren por un infarto y dejan a sus familias sin sustento económico y, en caso de los profesionistas, a las empresas sin el conocimiento y la experiencia de éstos.

También es la situación de aquellos que a causa del padecimiento pierden capacidades físicas que les impiden mantenerse en actividad productiva.

Depresión, lugar 11 en América Latina

Otro caso son las enfermedades mentales, cuya atención clínica absorbe 25 por ciento del gasto en salud, aseguró González. Esto incluye depresión, esquizofrenia, alcoholismo y, en general, las adicciones.

La mejor evidencia, apuntó, es la ubicación de la depresión en el undécimo sitio en la tabla sobre carga de enfermedad en América Latina. El trastorno subió cuatro lugares en las pasadas dos décadas, de acuerdo con un reporte del Banco Mundial.

Los tomadores de decisiones en países en vías de desarrollo no han visto la importancia de la información sobre los riesgos individuales de enfermedad. Al menos, no hay evidencia de ello en acciones específicas y, por tanto, tampoco se previene el riesgo que eso implica para el crecimiento económico nacional, advirtió el experto.

Al participar en el Seminario Latinoamericano de Periodismo en Ciencia, que se realiza en esta ciudad, González indicó que a lo anterior se suma la carencia de datos sobre el desempeño de los programas de salud.

El experto, profesor de la Universidad Simón Bolívar de Venezuela, reconoció que esta recopilación de datos y la relativa a los riesgos de enfermedad individuales, familiares y comunitarios es compleja, difícil, pero indispensable para lograr el control y mejorar la calidad de la atención médica en cualquier lugar.

Dijo que a principios del siglo México fue pionero en la medición del desempeño de su sistema de salud, cuando el gobierno planteó la reforma a la ley que dio lugar al Sistema de Protección Social en Salud y a su brazo operativo, el Seguro Popular, en 2003.

El problema, agregó, es que ahí se quedó ese esfuerzo. Al menos, acotó González, no existen en la literatura especializada publicaciones recientes que den cuenta de la continuidad de esa actividad.

Resaltó que los programas de prevención, detección y tratamiento se deben complementar con la medición del desempeño e incluir la vigilancia sobre la salud de los trabajadores en clínicas y hospitales.

Además, los países deberían estar ocupados en disminuir el gasto de bolsillo, el que hacen las familias para la atención de sus enfermedades, y aspirar a que ese desembolso no rebase de 10 a 20 por ciento; mejor todavía, si se ubica por debajo de eso, como ocurre en Holanda (6 por ciento), Francia (8 por ciento) y Reino Unido (9 por ciento).

El reto para las naciones de América Latina es mayúsculo si se observa que el gasto de bolsillo en Venezuela alcanza 62 por ciento, en Paraguay 55 por ciento. En México es de 47 por ciento. Puntualizó que las acciones tendrían que dar prioridad a la inversión pública como garantía para evitar las disparidades en la calidad de los servicios.

Marino González también se refirió al impacto de las crisis económicas en las políticas sociales.

Cada año que se reduce el crecimiento de un país se detiene la inversión en el sector público y tarda de dos a tres en recuperarse. Este es un riesgo constante en los países en vías de desarrollo, agregó.