Desde que el Instituto Nacional de Cancerología (Incan) se declaró en situación de emergencia por la saturación de sus servicios –hasta en los pasillos se daban consultas médicas– y la eventual necesidad de no recibir más enfermos que llegaban de todo el país, ya pasaron nueve años y la demanda sigue en aumento.

Cada año la cantidad de personas que solicita atención por algún tumor maligno sube 10 por ciento, aseguró Abelardo Meneses, director del Incan.

Según las previsiones de los especialistas, la prevalencia del cáncer seguirá aumentando. Actualmente se diagnostican más de 100 mil nuevos casos al año en el país y alrededor de 66 mil personas pierden la vida por alguna neoplasia, la mayoría en edad productiva, entre los 15 y 64 años de edad.

Las mismas estimaciones indican que al menos uno de cada tres mexicanos desarrollará un tumor maligno, entre otras razones, por el aumento en la esperanza de vida, y la exposición a sustancias tóxicas, entre ellas el humo del tabaco.

Para el Incan, organismo rector en materia de cáncer en el país, esto representa un reto, aunque con la apertura de la nueva torre de hospitalización lo enfrenta en mejores condiciones.

Capacidad hospitalaria

El próximo 23 de octubre, en la ceremonia del Día del Médico, el presidente Enrique Peña Nieto inaugurará oficialmente el nuevo edificio de ocho pisos, con el que, además de contar con mejores y más amplios espacios físicos para la consulta externa y laboratorios, incrementa en 58 por ciento su capacidad hospitalaria, indicó Meneses.

Desde hace algunos meses, los servicios de la clínica de Cáncer de Mama, imagenología, quimioterapia ambulatoria y cateterismo, se proporcionan en las nuevas instalaciones. En estos días se realiza el traslado del resto de los servicios: quirófanos, terapia intensiva y 119 camas de hospitalización.

Cuando en 2005 el entonces director del Incan, Alejandro Mohar, dio a conocer la situación de emergencia en que estaba el instituto, también empezó un camino largo que implicó obtener los recursos económicos para la obra y el espacio físico donde se edificaría.

Lo primero se empezó a resolver mediante el convenio que estableció la Secretaría de Salud (Ssa) con la industria tabacalera, como parte del cual ésta realizó una aportación económica al gobierno federal con base en el volumen de ventas de sus productos en el país.

Por ese acuerdo vigente de 2004 a 2006, la Ssa asignó 600 millones de pesos para la construcción del edificio del Incan. Sin embargo, los recursos no se pudieron utilizar por la dilación en definir el lugar donde se haría la obra.

Hubo un largo conflicto por la pretensión de las autoridades de ocupar el área del Hospital Siquiátrico Infantil Juan N. Navarro, vecino del Incan, la cual se enfrentó a la oposición de pacientes y trabajadores.

Al final, la Ssa resolvió ocupar el terreno que está frente al instituto, sobre avenida San Fernando, en la zona de hospitales de Tlalpan, y construir un puente que comunique al viejo edificio con el nuevo.

Hoy la obra está terminada. Junto con el equipamiento requirió una inversión de dos mil 300 millones de pesos, anunció Meneses.

Comentó que otro de los beneficios de la obra es que el Incan será el primer instituto nacional de salud que cuente con dos equipos de resonancia magnética por emisión de positrones (PET). Sólo algunas instituciones públicas tienen este tipo de infraestructura, como el Instituto Neurología y Neurocirugía y la Universidad Nacional Autónoma de México. Las imágenes que se obtienen con el PET aseguran un seguimiento puntual sobre el control de las neoplasias.

La nueva torre también cuenta con una unidad de bioequivalencias y ensayos clínicos. En esta última se llevará el control de los protocolos de investigación clínica de nuevos medicamentos.

Por otra parte, Meneses comentó que también se amplía la capacidad de investigación del Incan, pues de 11 laboratorios pasará a 22, los cuales se ubicarán en tres pisos del antiguo edificio del instituto.

El director del Incan insistió en la necesidad de fortalecer la capacidad de atención médica oncológica en los estados, sobre todo en los siete que hasta ahora carecen de un centro hospitalario. Estos son Baja California, Zacatecas, Querétaro, Hidalgo, Tlaxcala, Monterrey y Quintana Roo.