Colegas, amigos y discípulos asisten al funeral del Premio Nacional de Artes 1996
se fue como los grandes, dice su hijo
Es uno de los más conspicuos y relevantes autores de paisaje mexicano, señala Teresa del Conde
La pintura estaba en todas las formas de la naturaleza, en el espíritu de la tierra negra
, expresaba
Martes 30 de septiembre de 2014, p. 4
El pintor, escultor, vitralista, grabador y muralista Luis Nishizawa, heredero de la tradición paisajística de México, falleció ayer al mediodía, a los 96 años.
Murió tranquilo, en un sueño apacible, rodeado por sus familiares, se fue como los grandes
, comentó a La Jornada su hijo mayor, Luis.
Colegas, amigos, discípulos y todos aquellos que compartieron su generosidad y su entrega absoluta al arte lo despedirán este martes en la agencia funeraria Gayosso de Felix Cuevas.
Nishizawa cultivó de manera rigurosa géneros como la naturaleza muerta y el retrato, además de incursionar en el realismo mexicano y el neoexpresionismo.
Construyó una trayectoria en la que convergen varias inquietudes plásticas tempranas, algunas derivadas de su genealogía, además de ser un gran promotor cultural.
Artista muy querido
Su ascendencia japonesa lo influyó poderosamente. Por ello es uno de los más conspicuos y relevantes autores de paisaje mexicano
, considera la crítica de arte Teresa del Conde, quien también destaca que Nishizawa favoreció la creación de un museo de arte en Toluca, estado de México, además de conformar una colección de pintura “no tan difundida, pero que continuamente es consultada por especialistas. Por ejemplo, posee obra temprana de Tamayo no localizable en otro contexto. Ese acervo presenta un panorama muy selecto y está muy bien organizado.
Nishizawa tuvo una vena muy sintética para las naturalezas muertas, muy buscadas por los coleccionistas, entre quienes además fue muy querido, al igual que entre sus colegas y los integrantes de la Academia de las Artes. No sentiremos su ausencia porque hay obra muy cercana
, concluye Del Conde.
La crítica de arte Raquel Tibol alguna vez escribió que el trabajo de Nishizawa demuestra dos constantes: necesidad de buen oficio y necesidad de actualización
.
Hijo de padre japonés y madre mexicana, el artista nacido el 2 de febrero de 1918, en la hacienda de San Mateo, municipio de Cuautitlán, estado de México, recibió la distinción más alta que otorga el país: el Premio Nacional de Artes, en 1996.
También fue reconocido con el doctorado honoris causa por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el gobierno japonés le otorgó el título de Tesoro Sagrado del Dragón. En 1992 inauguró uno de sus grandes proyectos: el Museo-Taller Luis Nishizawa Flores, en Toluca.
Su progenitor, Kenji Nishizawa, llegó a México en 1908. “De niño –le contó a Elena Poniatowska en 1953– fui pastor, no de borregos sino de ganado mayor, y en esos largos días de campo, me fijaba en la más ínfima nervadura de cada hoja de árbol, de cada hierba, de cada milpita. Me fijaba en los juegos de luz que hacen los rayos del sol, entre las copas de los árboles, en las sombras, en las flores y los frutos, y en los animales que tan distraídamente llevaba a pastar.
Me acuerdo de que en la escuela nunca me gustaba recitar mis lecciones. No era porque no las sabía, sino porque me abrumaba la idea de tener que levantarme para decirlas en voz alta. En cambio, me apuraba mucho para hacer mi tarea escrita porque después la maestra me daba estampas y dibujos de niños que copiaba yo en las últimas páginas de mi cuaderno. La pintura estaba en todas las formas de la naturaleza, en el soplo del aire, en el espíritu de esa tierra negra de la hacienda de San Mateo.
En 1925 su familia se trasladó a la ciudad de México y se instaló en el barrio de Tepito, donde vivió en condiciones de extrema humildad. En 1942 inició sus estudios de arte en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) de la UNAM. Conoció a José Clemente Orozco, por cuya obra tenía gran admiración, y entabló amistad con Francisco Goitia, a quien habría de considerar su maestro espiritual: fue el primero que lo instó a estudiar la técnica del grabado japonés en madera y a colores.
Terminados sus estudios en 1947, dos años después formó parte del grupo fundador del Taller de Integración Plástica, organizado por José Chávez Morado para el Instituto Nacional de Bellas Artes. En 1955 inició sus labores docentes en la ENAP, mismas que desarrolló hasta el día de su muerte en calidad de maestro emérito. Al final acudía en silla de ruedas.
En 1976 le dijo al periodista Juan Baigts: Las primeras impresiones de la infancia me prepararon para contemplar el paisaje. El niño de la ciudad tiene otro entorno. No olvido las salidas al campo, a pesar de haber cultivado por un tiempo el abstraccionismo. La disciplina académica de la escuela me dio una base firme. He incursionado desde el realismo hasta el abstraccionismo. Uno tiene que recorrer muchos campos y quedarse después en lo que considera lo más apegado a su personalidad. Ahora me he quedado en una semifiguración donde el espacio cuenta considerablemente. Me gustan las atmósferas sugeridas, lo envolvente
.
Su primera exposición individual fue en 1951 en el Salón de la Plástica Mexicana. En 1963 exhibió en el Museo de Arte Moderno de Tokio, calcas (Taku-Hon), de relieves prehispánicos realizados con el pintor japonés Toneyama Kojin y Eva Zepeda, su esposa. Al año mostró la misma colección en el Museo de Arte Moderno, en la ciudad de México, recinto al que regresó en 1972 para exponer 70 dibujos de las series: Las vacas flacas, Los sueños rotos y Recuerdos y presencias. El Museo del Palacio de Bellas Artes organizó, en 1989, la exposición-homenaje Cuatro décadas.
Condolencias de Peña Nieto
En su obra pública monumental figuran, entre otros, los murales El aire es vida (1959), acrílico sobre aplanado, en el Hospital de Neumología, del Centro Médico Nacional; Un canto a la vida (1969), cerámica de alta temperatura, Unidad del Seguro Social, en Celaya, Guanajuato, y Canto a Martí, acrílico sobre tela, realizado en equipo con los pintores cubanos Mariano Rodríguez y Fayad Jamís, así como el mexicano Mario Orozco Rivera, en el Centro Cultural Martí.
Nishizawa era miembro numerario de la Academia de Artes y del Sistema Nacional de Creadores. Ingresó a la Colección Pago en Especie en 1979.
En noviembre de 2013, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) le entregaron la medalla Bellas Artes, por el desarrollo de un trabajo artístico con un claro impacto en beneficio de la promoción y la difusión de las artes plásticas de nuestro país; por el reconocimiento que ha logrado en la comunidad artística y por su larga y sobresaliente trayectoria en los ámbitos nacional e internacional
.
Recibió la medalla de manos de la directora del INBA, María Cristina García Cepeda, en una ceremonia realizada en el domicilio del pintor, debido a su delicado estado de salud.
El presidente Enrique Peña Nieto, mediante su cuenta de Twitter, lamentó el fallecimiento de Luis Nishizawa, a quien calificó como un destacado exponente de la plástica mexicana
y expresó sus condolencias a su familia.
Luego de que ayer por la tarde a través de la cuenta de la misma red social, Rafael Tovar y de Teresa, titular de Conaculta, informó del fallecimiento del pintor de 96 años, Peña Nieto escribió dos tuits.
En el primero el Presidente expresó: Lamento el sensible fallecimiento del Maestro Luis Nishizawa, destacado exponente de la plástica mexicana. Mis condolencias a su familia
. Y en el segundo dijo que la obra de Nishizawa captó los paisajes e identidad de México, y fue un puente de amistad con Japón
.