Alertaría sobre el comportamiento de los terremotos
Conferencia de investigador de la UNAM sobre la catástrofe de 1985
Viernes 19 de septiembre de 2014, p. 28
El estudio de las ondas sísmicas en la ciudad de México puede ser una herramienta indispensable para conocer el comportamiento de los terremotos que afectan al valle de México y con ello aplicar medidas de prevención para evitar tragedias, como la que se vivió hace 29 años, durante los sismos de septiembre de 1985.
Francisco Sánchez Sesma, investigador del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), trabaja en un proyecto que busca entender cómo se da la amplificación de las ondas sísmicas en el área metropolitana de la capital del país y por qué, para lo cual utiliza los registros históricos de la Red Acelerográfica de la Ciudad de México (RACM).
Al presentar la conferencia 29 años después del sismo que dejó la mayor catástrofe en la ciudad de México ¿qué avances existen en prevención de riesgos?, el académico comentó que de 1985 a la fecha se han registrado diversos sismos en el valle de México, los cuales han sido detectados por las 70 estaciones –que miden la aceleración de las ondas sísmicas– que están a cargo del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (Cires), el cual se inició en 1987 con el desarrollo de la RACM.
Para entender la manera en la que las ondas sísmicas se propagan en esta zona del país, explicó, es necesario conocer geológicamente la región y realizar simulaciones matemáticas, para conformar un mapa de zonas sísmicas reforzado
que permita relacionar el tipo de sedimento con el de construcción.
Esto condujo al investigador –quien es miembro de la Academia Mexicana de Ciencias– a plantear el proyecto Uso de registros históricos de aceleraciones de la RACM como campos difusos generalizados para hacer tomografía del Valle de México. Explicó que un campo difuso –llamado así porque se le puede estudiar con ecuaciones de difusión– se refiere a diversas fuentes de ondas, las cuales se generan por la interacción de éstas con la materia, y el resultado son ondas que viajan por todas partes.
Si se estudia el movimiento de las ondas en dos puntos y se hacen los cálculos matemáticos apropiados, se puede recuperar información acerca de las ondas que están en este campo difuso. Por ejemplo, tomar en cuenta la información que tienen en común dos puntos (estaciones de la RACM), como son la distancia entre cada estación y la velocidad de propagación de las ondas sísmicas registrada en cada una de ellas, nos brinda información de la velocidad a la que viajan las ondas entre esos dos puntos, detalló.
Una vez que se tiene la velocidad a la que viajan las ondas sísmicas de muchos pares de estaciones, se traza una cuadrícula y se observan las líneas que la cruzan, y con un sistema de cómputo, basado en ecuaciones que analizan la información, se puede tener una tomografía
del valle de México e identificar dónde y por qué las ondas sísmicas superficiales (causantes de los daños a las construcciones) se amplifican.
Sánchez Sesma mencionó que lo datos de las RACM se han utilizado para elaborar mapas de riesgo, pero es la primera vez que se utilizan para explorar las propiedades de propagación de las ondas en el valle de México y generar mapas de propagación de las ondas superficiales
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Sánchez Sesma, quien tiene entre sus líneas de investigación la propagación de ondas sísmicas y los efectos de la topografía y geología locales en las características de los temblores, apuntó que los sismos van a seguir ocurriendo, pero en la medida en que mejoremos el control de calidad de los edificios, que tengamos mejor percepción de la amenaza y del riesgo, y además la sociedad se apoye en la ciencia, ésta podrá protegerse mejor
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