Izquierda según Mancera
MAO y PRI, cómodos
EPN habla de relección
‘‘Nunca muy en favor’’
an indefinido se percibe a sí mismo Miguel Ángel Mancera que aprovechó un informe protocolario de labores para tratar de explicar por qué sí ha de considerársele de izquierda. Dijo ante una complaciente Asamblea Legislativa del Distrito Federal, dedicada a competir en cuanto a número de ovaciones nomás porque sí, que la tal izquierda, la suya, la mancerista, no es una ‘‘definición conceptual’’, sino algo a lo que se llega por vocación intelectual y política, que redunda en el beneficio social y está lejos de las militancias partidistas.
El filósofo y politólogo que fue procurador de Justicia asentó ayer en su Cátedra de Donceles que la suya es ‘‘una izquierda que sabe que la voluntad popular concede el ejercicio del mandato para resolver problemas, no para generarlos ni vivir en disputas, pues aunque éstas generan dividendos políticos, no benefician a la ciudad. Las necesidades de la ciudad no pueden esperar ni saben de tiempos políticos’’. Acomódense tan resplandecientes raciocinios a siglas políticas de derecha, centro o izquierda y se verá que en cualquier nicho encajan. Cómodo escuchaba las precisiones manceristas el representante del gobierno federal, Miguel Ángel Osorio Chong, el comandante en jefe de las fuerzas de tres colores que tienen como misión la reconquista de la plaza capitalina tantos años ocupada por el sol azteca y sus variaciones y vacilaciones. Cómodo con Mancera también se declaraba el PRI, cuya fracción en la ALDF hizo reconocimiento a las políticas y la actitud del gobernante tan necesitado de explicar por qué sí es de izquierda, o al menos, de cierto tipo aspiracional de izquierda igualmente prescindible.
El licenciado Mancera reprodujo en chiquito los aires de estadista sacrificado que tanto gusta desplegar en sus discursos el jefe Peña. Nada de andar pensando en famas efímeras, popularidades culposas y encuestas de opinión. Lo importante es avanzar en la implantación y desarrollo de políticas que mucho sirvan a la gente, aunque los héroes de esa sobriedad ejecutiva y esa visión histórica se deslicen por los caprichosos toboganes de la demoscopia circunstancial, sabedores de que al final la historia los absolverá (de absolver, no de absorber).
Dicho positivismo, esa buena voluntad triunfante, hizo que el antedicho lic. Mancera dedicara su lectura ante los diputados chilangos a detallar las muchas cosas buenas que adjudica a su gestión. Nada, o muy poco, de temas oscuros o difíciles. Por encimita, dando instrucciones para algunas cosas y anunciando acciones en torno a otras, Mancera, sin mancharse el plumaje retórico, cruzó por el pantano de los diarios, graves y altamente irritantes problemas del Metro, al que aumentó el costo del boleto según eso para mejorías que no sólo no llegaron sino que, en realidad, acabaron en un peor servicio, atiborrado, lento y peligroso.
Nada respecto a la línea dorada del Metro que no fuera lo sabido. Generalidades que no entraron al fondo del asunto, en medio de un salpicadero de acusaciones de corrupción y torpezas que no alcanzan solamente al villano antecesor, Marcelo Ebrard, pues también afectan al ejercicio gubernamental de la dupla Mancera-Joel Ortega. Desdén también respecto al Hoy no circula sabatino, que es otra de las causas del desplome de popularidad del abogado que ya no llevó prenda amarilla alguna (corbata, por ejemplo) para dar muestra de solidaridad o adherencia aunque fuera cromática con el PRD, donde ya se prepara el lanzamiento del BIC (¿no sabrá fallar, o justamente de lo que se trata es de fallar, para dar paso a ‘‘alternancias’’ de tres colores?), el Bloque de Izquierda por la Ciudad que dará respaldo ‘‘solidario” a Mancera y postulará candidatos a 2015 conforme a los intereses de las corrientes coaligadas, con Nueva Izquierda (chuchos) y Alternativa Democrática Nacional como líderes. ¿Y de la inseguridad pública? Pues, más buenos propósitos discursivos.
Enrique Peña Nieto tocó el tema de la relección presidencial. Lo hizo durante una entrevista complaciente que le hizo Jacobo Zabludovsky en Palacio Nacional, cuya última pregunta, significativamente alambicada, fue: ‘‘¿Observa usted la posibilidad de que se altere la limitación de que el jefe del Poder Ejecutivo sea relecto o se alargue su periodo actualmente sexenal?’’ (http://bit.ly/1s7bZg0).
El entrevistado respondió así: ‘‘No veo yo esa posibilidad, y menos en mi administración. Personalmente es más que pública mi posición sobre el tema. Nunca he estado muy en favor de la relección, y menos en el caso del Ejecutivo’’. Luego aseguró que ha ‘‘podido conocer’’ los sistemas presidencialistas de otros países, sobre todo latinoamericanos, ‘‘y estoy convencido (de) que el modelo y el tiempo que se tiene para el Presidente de la República en México es el adecuado. Si bien puede parecer insuficiente para hacer todo lo que se tiene que llevar a cabo, es un tiempo razonable y suficiente para así hacer mucho en favor del país’’.
Recordó que ‘‘pocos países en el mundo, en la región latinoamericana, pueden presumir’’ de ocho décadas ‘‘en las que cada seis años ha habido una transición ordenada, pacífica, no exenta algunas veces de cierta efervescencia política’’. Ante esto, añadió, ‘‘yo lo pondría como una evidencia más de no haber necesidad de alterar este clima y esta condición que tenemos en México’’. ¿Palabras definitivas, contundentes, de EPN para cancelar irrevocablemente las posibilidades de ocupar un segundo periodo en Los Pinos? ¿O simplemente la táctica puntualización de que él ‘‘no ve’’ esas posibilidades respecto de un tema con el que ‘‘nunca’’ ha estado ‘‘muy en favor’’, aunque tampoco diga que ‘‘muy en contra’’? ¿Fue el arranque sembrado de un debate que pretende impulsar el círculo central peñista, pero dejando retóricamente a salvo al eventual beneficiado?
Y, mientras el gobernador de Texas, Rick Perry, señala epistolarmente a Enrique Peña Nieto que el despliegue fronterizo de la Guardia Nacional en aquella entidad es a causa del ‘‘fracaso’’ mexicano en cuanto a controlar su frontera sur y a las bandas criminales, ¡hasta mañana, con Margarita Zavala en actos públicos, reiterando que quiere ser diputada federal!
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