Un cacique, tres tarugos
evivió el contoneo vanidoso del priísmo que ganaba de todas, todas, en cuanto festejaron logros reformistas y festinaron triunfos imaginarios. Las cuentas de César Camacho superaron las de Gonzalo de Córdova; Madero, el humorista involuntario del PAN, reivindicó las sesiones de espiritismo de su ilustre antecesor: ¿la democracia en México? No, la embriaguez de la democracia participativa, que de pronto tiene adjetivo y cuya paternidad es reclamada por el PRI, el PAN, el PRD y el mismísimo estratega de Nacajuca que inició la recolección de firmas para recuperar a la Patria puesta a remate por los entreguistas del tercer milenio.
Antonio López de Santa Anna era gallero y jugador que viajó encadenado hasta Washington, DC. Si en los largos años del poder en manos de Su Alteza Serenísima se hubiera consultado directamente a los mexicanos de la época, el Quince Uñas gana de todas, todas. Pero con la transición en presente continuo, la izquierda olvidó que el plebiscito ha sido históricamente instrumento de la dictadura, consulta de la tiranía que generosamente ofrece a los súbditos optar con un Sí o un No entre las más complejas fórmulas de gobernanza
y vericuetos constitucionales. Todo ha cambiado, y los de la democracia anhelada y alcanzada ofrecen el ejemplo del NO en el plebiscito de Pinochet, o invocan el Sí o No entre los que han de optar en estos días los escoceses para hacerse independientes o seguir siendo integrantes de Gran Bretaña.
Demasiadas lucubraciones en torno al alegre juego de sillas musicales al que invitan PAN, PRI, PRD y Morena. Cada quien su tonada, cada quien la consulta popular que salvará a la Patria o la pondrá en vías de perfeccionar la portentosa transición que trajo consigo la pluralidad, la alternancia y el modelo arlequín de las chaquetas que se quitan y ponen los que hacen política ajena a toda ideología, próxima al control de los recursos del erario y firme en la antigua vocación de servir a los verdaderos dueños del poder, los del poder económico concentrado en el ya mítico uno por ciento de la humanidad. Las izquierdas
coinciden en la consulta que demandan. Pero el PRD de los Chuchos que ya encontraron el modo y la manera de partir, compartir y formar parte del poder constituido, reunieron sus firmas y las presentaron antes de que hiciera lo mismo Andrés Manuel López Obrador: Morena se reserva el derecho de admisión y no se junta con cualquiera, ni para salvar a la Patria.
El descendiente del señor Madero reclama paternidad absoluta de la generosa idea de subir el salario mínimo. Por eso juntaron sus millones de firmas y preguntarán a los mexicanos del común si quieren recibir mayores salarios o seguir en el hambre. No faltará quien proponga una consulta popular para que los de abajo digan si es mejor ser rico y sano, o pobre y enfermo. En todo caso, el asunto del evanescente salario mínimo tiene importancia, sobre todo si obviamos la nimiedad y de plano proponemos cumplir con la norma constitucional y hacerlo un salario digno. O alguien se anima a cumplir la oferta de recuperar la rectoría del Estado y empezamos por el valor adquisitivo de los salarios que entre nosotros ya hace tiempo se hunde en los pantanos. Son menos que mínimos, si es válido el oxímoron.
Un jefe de gobierno, elegido por la mayor proporción de votos a favor que el resto de los aspirantes a ese cargo, o a cualquiera de los de gobernador de estados libres y soberanos, sin militar en partido alguno, con lo cual la pluralidad se eleva en proporciones cuánticas. Miguel Ángel Mancera es quien ha puesto en el tapete el espinoso asunto de los salarios; ya propone una cifra para que en el Distrito Federal suba a niveles casi humanos. Hace política uno que se dice no político. Y la hace durante las auditorías al espinoso y sucio asunto de la Línea 12 del Metro. Todo se hizo mal, dicen los oidores. Ya señalan culpables y dictan sentencias administrativas; severas sentencias, pero quedan pendientes las penas que tendría que dictar un juez en cuanto la Procuraduría del DF integre los expedientes. El populacho del sentido común ya sentenció que el trinquete
estuvo en no licitar la adquisición de los trenes y rentarlos a una empresa española. Marcelo Ebrard quiere debate en lugar de juicio penal.
Mal anda Felipa que pura agua bebe, dicen los campiranos. En la gran metrópoli corre al agua a raudales en cuanto llueve; y en el estiaje tienen los pobres que comprarla por tambos. Aquí pasa lo de siempre: los pobres pagan más cara el agua que los ricos. Haga de cuenta Sonora, donde el panista Guillermo Padrés Elías construye un canal para desviar el curso de los ríos que corren por las tierras de los ocho pueblos yaquis, y llevar agua a Hermosillo, para los ricos nativos, pero sobre todo para los de las grandes empresas que ahí maquilan, maquilan. Para el campo, nada. Sobre todo si se trata de campesinos y agricultores yaquis, descendientes de los que fueron desterrados y enviados a Valle Nacional en los años de la pax Porfiriana, así como de los que se incorporaron a las fuerzas de Obregón y combatieron en la Revolución Mexicana.
Mal aprendiz de cacique, el elegante panista que defiende a capa y espada a Germán Larrea, patrón de las minas de cobre donde la incuria y la soberbia provocaron un derrame de millones de metros cúbicos de agua envenenada que corre por los ríos de Sonora. La atención de los medios, el sobrevuelo de reporteros, mostró al país entero el agua acumulada por el gobernador Padrés en una presa, no un bordo, ni una represa, sino una señora presa construida en cauces de aguas nacionales; en un rancho que según el gobernador es de la familia desde hace décadas. Puede ser, pero la obra hidráulica se hizo cuando Padrés Elías ya era gobernador, con poder para usar y abusar de los bienes nacionales.
La insolencia desapareció de la escena después de la negativa pública de Miguel Ángel Osorio a reunirse con el gobernador de Sonora que hacía cargos sin sustento a delegados del gobierno federal. Y ante el paso cansino de sus propios colaboradores, Enrique Peña Nieto ordenó integrar una comisión para implementar acciones inmediatas, oportunas y eficaces
: ya les llega el agua al cuello al hacendoso hacendado Padrés y al prepotente Germán Larrea, dueño de Minera México, y la fortuna producto de las concesiones otorgadas y la explotación de los mineros. Ah, pero Larrea es heredero de una de las más viejas empresas contratistas de Pemex y se prepara a participar en la exploración, explotación y expoliación de los veneros del sector petrolero reformado. Y de paso, se anota entre los que participarán en la licitación de las dos cadenas de televisión abierta.
César Camacho pide al pueblo que decida si han de eliminarse 100 de los 200 diputados de elección proporcional. ¡Que se vayan todos!, puede responder la mayoría. Y lo que gane el PRI pondría en riesgo el equilibrio del sistema en el que es, por fin, partido político y no rebaño de borregos. Con la poda, con la fuga hacia adelante de los acomodaticios, el PRI recuperó el poder presidencial, pero con auténticos pesos y contrapesos.
El domingo 7 de junio de 2015 eligen gobernador Campeche, Colima, Baja California Sur, Guerrero, Michoacán, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora. En siete estados ya hubo alternancia: cambio de chaquetas, acto de birlibirloque, distorsionado reflejo de la maldición potosina: un cacique, tres pendejos... ¿Qué toca en Guerrero, Michoacán, San Luis y Sonora? Y en 2016 sigue Sinaloa, se va el Malova.