esde hace algunos meses, los franceses se plantean una grave cuestión: ¿deben reír o llorar?
La causa de esta pregunta es que la vida política en Francia ha tomado un peligroso viraje, cuya anormalidad impide a los ciudadanos distinguir entre la tragedia y la comedia.
Cierto, la literatura de este país produjo, durante el siglo clásico, tanto un dramaturgo de tragedias como Jean Racine o de comedias cómicas como Molière. Todavía, en el siglo XIX, se dieron los muy célebres y talentosos autores de vaudevilles hilarantes: Feydeau, Labiche.
Muy lejos de la literatura, el libro Merci pour ce moment (Gracias por este momento), de Valérie Trierweiller, acaba de publicarse. Compañera de François Hollande durante nueve años, sin casarse, separada ahora después de una dramática ruptura –Trierweiller se vio repudiada
de manera pública a través de un comunicado sucinto donde el presidente de Francia anuncia su decisión de poner fin a la relación con ella–, este libro, donde narra su relación y sus disputas con Hollande, distribuido en librerías apenas la semana pasada, ha alcanzado la cifra de 200 mil ejemplares vendidos.
Nadie en Francia puede ignorar el contenido del libro, escrito en el más gran secreto –al extremo de causar la sorpresa del microcosmos político y periodístico, e incluso del mismo Hollande–, pues la prensa y los medios audiovisuales se han encargado de reproducir párrafos y páginas de este ajuste de cuentas: la venganza se degusta fría.
Algunos antecedentes a la ruptura y a la publicación de este libro: desde la toma de posesión presidencial de Hollande, su compañera atrajo sobre su persona los rayos fulminantes de las críticas más acerbas. Se conducía como si fuese una elegida por las urnas. Con oficinas en el Elysée, se consideraba a sí misma como una periodista independiente, diciendo que no deseada jugar el papel de primera dama, pero aceptando acompañar al presidente en sus desplazamientos oficiales al extranjero. El primer gran escándalo fue un tuit donde apoyaba al rival de Ségolène Royal en unas elecciones locales. Cabe recordar que Royal es la madre de los cuatro hijos del Hollande, quien tampoco se casó con ella, y del cual se separó al enterarse de su relación con Trierweiller. Las cosas llegaron al colmo cuando la revista Closer hizo pública la relación del presidente con una actriz a quien visitaba en motocicleta… Intento de suicidio de Valérie, hospital, repudio público de Hollande con un comunicado que más parece la despedida de un empleado.
No son de extrañar, pues, las frases asesinas de Trierweiller, quien se pregunta si no fue Hollande mismo el organizador de los ataques a su compañera cuando el asunto con Royal, puesto que las agresiones vinieron de los políticos más allegados al presidente. Anécdotas venenosas, siendo la peor el desprecio de Hollande, presidente de izquierda, hacia los pobres, a los cuales llama los sans dents (sin dientes) con ese pretendido gusto por los chistes que sólo hacen reír a su corte. El presidente francés desmintió. Valérie dice tener las pruebas, pues Hollande repetía su chiste
cada vez que la ocasión se presentaba.
El librito de Trierweiller cae en un momento de descenso a los infiernos del presidente de Francia con apenas 13 por ciento de opiniones favorables según todos los institutos de sondeos y un 62 por ciento de gente que no desea verlo representarse a la elección presidencial en 2017.
En efecto, el desempleo aumenta, el poder de compra baja, la inseguridad crece y los escándalos políticos se acumulan. El caso de Cahuzac, quien llegó a mentir ante la Asamblea nacional sus tejemanejes financieros antes de reconocer los hechos. Consejeros presidenciales agarrados con las manos en la masa por corrupción. El libro de la ex ministra ecológica, Cécile Duflot, dando detalles de la política de derecha del gobierno. La renuncia de Montebourg, Hamon, Filipetti.
Resultado: crisis de régimen y Marine Le Pen cerca de tomar el poder.