ara los halcones (la ultraderecha) del Departamento de Estado, del Pentágono y del Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos (EU), la región norte de nuestro país –Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas– es el soft belly de su país. El vientre suave susceptible de cualquier penetración, zona que ellos oficialmente llaman contiguous defense zone.
Piensan que desde el año pasado el ISIL de Irak (Estado Islámico de Irak y Levante), un belicoso yihadista, quizá un nuevo Al Qaeda, está reclutando un ejército invisible
de simpatizantes en Latinoamérica para infiltrarlos por su frontera sur, o sea nuestro norte. Al Qaeda no tuvo ambiciones político/territoriales, ISIL va precisamente tras eso.
Desde la guerra fría y después de los apanicantes ataques del 11 de septiembre de 2001, se dio al Mando Estadunidense de Defensa Aeroespacial (Norad) la misión de vigilar y defender al país de posibles ataques en vastas zonas limítrofes terrestres, México y Canadá y marítimas, sus costas este y oeste.
Para ellos su misión hacia el sur abarca territorio mexicano hasta aproximadamente el Trópico de Cáncer, o sea la línea horizontal Mazatlán-Tampico, su soft belly. Ello sin detrimento de la misión general del Northern Command (Comando Norte), que llega hasta Panamá y del que Norad es parte.
El ISIL supo aprovechar la coyuntura de la guerra civil siria y expandirse por gran parte del territorio de Irak (con planteamientos de apoderarse de Egipto y del Magreb hasta Gibraltar).
En su lucha por el control territorial se enfrentó a las fuerzas gubernamentales, a los nacionalistas kurdos y a otras islamitas. Su convencimiento es que participan de una guerra santa, fundamentalista, suicida, como lo fue Al Qaeda, generando todo riesgo para el mundo occidental.
Es por ese mesianismo, por esa virulencia y el odio antiestadunidense, que es razonable pensar en un endurecimiento de la frontera estadunidense que sería de trascendentes consecuencias para México. Los halcones de EU están justamente alarmados. Ellos son lo que son, halcones, pero no están equivocados.
No deja de sorprender que desde México no surjan razonables alertas en este sentido, que el gobierno no estudie este tema y a priori lo desestime. Habría tres hipótesis de trabajo: 1) se consuman filtraciones hacia EU desde México; 2) los estadunidenses actúan política o militarmente sobre nuestro territorio, y 3) los yihadistas agreden intereses mexicanos. No hay datos para suponer si el gobierno lo tiene considerado y calla, o que ni siquiera lo ha previsto.
Habría que recordar aquella frase admonitoria de Clinton a Bush Jr. al dejar aquél la presidencia: el peligro más inminente para nuestro país es el terrorismo. No lo vieron así los astrólogos de la Casa Blanca y sucedió aquel 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Nosotros no vemos aún como un riesgo razonable lo que el ISIL podría significar para nuestro país. Vemos la crisis de Irak y Siria como un documental más.
El miércoles 20, el presidente Obama dijo: Estados Unidos continuará haciendo lo que tiene que hacer para proteger a su gente, nos mantendremos vigilantes y no cesaremos
; enfatizó que continuarán auxiliando al gobierno de Irak en el combate al ISIL. ¿Y si ese lo que tenga que hacer afecta a México?
Por lo pronto, con o sin consentimiento del gobierno de Peña Nieto, nuevos agentes del Departamento de Seguridad Interior y de la FBI han sido desplegados en los dos lados de la frontera. Si la hipótesis de los halcones es que ciertos latinoamericanos han sido reclutados, es obvio que su penetración hacia objetivos estadunidenses se daría por México.
Desde 2011 el gobierno de México reconoció formalmente que agentes de inteligencia estadunidenses participaban en operativos en territorio mexicano. ¿Sería razonable pensar que eso no se ha incrementado ante la amenaza que según los halcones representamos para su país, y que en todo caso eso se tramitaría por la ventanilla única que dijo Peña Nieto que sería la oficina de Osorio Chong?
En aquel entonces La Jornada editorializó: “En meses recientes la creciente injerencia política, policial, militar y de inteligencia de Washington en nuestro país –y la aceptación de ella por el gobierno federal mexicano– ha sido documentada de diversas formas”. ¿Qué será ahora que nuestro aparato de inteligencia tiene sólo como misión encontrar a La Tuta?
Es ya una convicción entre quienes saben, que los esfuerzos que no sean altamente especializados en materia de inteligencia y operaciones contraterrorismo son infructuosos. Las fuerzas que lo combaten son extraordinariamente especializadas.
Por eso para nosotros la cuestión se reduce a una pregunta: ¿estamos o no preparados con cualesquier recursos para cualquier forma de eventualidad?
La respuesta es no.