ltimos días de agosto en París: las vacaciones terminan para muchos en este periodo. Intrigas, maniobras, contubernios, complots y confabulaciones se traman igual en el microcosmos político, el de la información, el literario y otros.
Los parisienses, para quienes el periodo vacante ha terminado, vuelven de vacaciones a su ciudad en gran parte aún despoblada. Sus habitantes han dejado las calles a los numerosos grupos de turistas, los cuales caminan en fila, tras uno o dos guías, con la vista fija en el trasero de otro peregrino veraneante en París, penitente encadenado sin cadenas, en busca de un monumento cualquiera, torre Eiffel, Notre-Dame o Louvre, junto al cual sacarse una foto para realizar una tarjeta postal personalizada. Pobladores de un París aterrizan en una ciudad semejante a un pueblo al abandono: cafés y bistrots, servicios de los cuales depende la serenidad de una vida cotidiana sin traumas indignos del erótico diván de una nueva confesión religiosa.
Sin embargo, mientras los vacacionistas aprovechan para olvidar las preocupaciones de la vida diaria, quienes ya de regreso a París han reanudado sus actividades, encuentran este año una ciudad lluviosa, friolenta. Para nada los días caniculares típicos de agosto. Esa canícula cuya más precisa y hermosa descripción la escribió Efraín Huerta en su poema El Tajín:
Andar así es andar a ciegas
Andar inmóvil en el aire
inmóvil,...
dar pasos sobre muertes,
sobre un suelo de cráneos
calcinados.
El recién desembarcado parisiense percibe cada fin de agosto el estremecimiento anunciador de lo que se gesta a ocultas, si no se ha dado ya: alza de tarifas, escándalos políticos que se preparan, cambios de puestos, luchas intestinas de la izquierda o la derecha por el poder del partido para abrirse paso a la candidatura presidencial. Sin embargo, este año todo es distinto: los escándalos estallan antes de lo previsto, los cambios se precipitan. Hollande decide, o más bien su primer ministro decide por él dadas sus eternas vacilaciones, la renuncia obligada de todo el gabinete ministerial. En efecto, Arnaud Montebourg, ministro encargado de salvar las empresas francesas, atacó frontalmente la política económica gubernamental, seguido por algunos otros como el ministro de Educación. La ecologista Cécile Duflot publicó un libro de revelaciones y arreglos de cuenta donde ataca a Hollande, a Valls y a otros contando y, sobre todo, hace ver que el presidente Hollande lleva a cabo una política de derecha habiéndose hecho elegir como candidato de izquierda que veía en la finanza mundial un enemigo.
Como si las manecillas del reloj diesen vuelta a otra velocidad y el calendario se hallase tan trastornado como el clima. ¿Por qué este frío, esta lluvia, en agosto, cuando se habla de recalentamiento atmosférico y de osos polares en peligro de exterminio ante la desaparición de los glaciares?
Los agregados de prensa de las editoriales están de vuelta. Urge urgir críticos y jurados. Más de 600 libros literarios aparecen esta rentrée. La vida de las editoriales, cuando debe pagarse el salario de mil personas cada mes, depende de la atribución de los premios literarios. Las intrigas y manipulaciones se vuelven cada año más sangrientas.
Ganarse a los jurados es vital para los editores. Michel Butor, convencido de que Gallimard lo pagaba mensualmente por la venta de sus libros, decidió renunciar a ser jurado de un premio y deber echar un ojo a cientos de libros. El mes siguiente se acabó su mensualidad.
Por fortunas, creo, en México no hay escritores asalariados ni premios nacionales capaces de provocar la venta de cientos de miles de ejemplares. Y quiero creer que en México los jurados que atribuyen los premios literarios son todos grandes escritores, totalmente íntegros y libres de cualquier nexo con las empresas literarias y los jurados de otro premio.
El parisiense puede leer los pronósticos de un premio anunciado. No hay sorpresa.