La gran mentira
estas alturas ya no se sabe bien si la administración del presidente Obama está reaccionando a las presiones del Partido Republicano o sus cambios de humor se deben a que en serio está convencida de la necesidad de una política más astringente en contra de los indocumentados para consumar la traída y llevada reforma migratoria. Si esto último es la realidad, se estará dando un tiro en el pie, debido a que con deportaciones o sin ellas nunca podrá satisfacer las pretensiones de los republicanos, pero en cambio perderá el apoyo de quienes insisten en que se respeten los derechos de los inmigrantes, documentados o no.
El principal problema del rejuego entre el presidente Obama y el Partido Republicano es que la respuesta del mandatario a las demandas, cada vez más draconianas en contra de los indocumentados, ha sido, cuando menos retóricamente, el endurecimiento de su política de deportaciones. Un ejemplo reciente es que a los gritos de fuera los indocumentados porque son una carga para las finanzas del país
, el gobierno respondió que se revisará el estatus migratorio de quienes han ingresado al sistema de salud. Se calcula que entre 300 mil y medio millón de personas pudieran perder los beneficios que ganaron con la reforma, si se comprueba que no son ciudadanos o residentes legales.
El argumento de que los indocumentados son una carga para quienes sí pagan impuestos, en el mejor de los casos es una inexactitud o una gran mentira, producto de la ignorancia, la mala fe y una xenofobia desenfrenada. No es difícil corroborar que a la mayoría de los trabajadores indocumentados se les hacen descuentos por concepto de impuestos en los sitios en donde prestan sus servicios. Al menos es lo que se advierte en sus recibos de pagos en los que aparece una deducción por ese rubro. No es responsabilidad de los trabajadores que los patrones no den cuenta de ese impuesto a las autoridades fiscales. A ello hay que agregar los miles de millones de dólares en impuestos que los 11 millones de indocumentados pagan cuando realizan compras. A todos ellos, sin excepción, se les cobra el mismo impuesto que al resto de los ciudadanos. Por ello, es una gran falacia que los indocumentados viven a costa de quienes pagan impuestos.
Para Kamila Itzel, que llega a un mundo profundamente desigual e injusto, aunque cabe esperar que su generación haga un mejor esfuerzo por mejorarlo.