Años de análisis del Trichoderma atroviride originaron la teoría de investigadores del Cinvestav
En el hongo encontramos la serie de genes que perciben el daño y los que regeneran el tejido
Es un sistema que permite imitar lo que ocurre en animales y plantas, explicó Alfredo Herrera
Viernes 1º de agosto de 2014, p. 2
La luz azul puede tener muchas aplicaciones potenciales en terapia, desde acelerar el proceso de cicatrización en pacientes con heridas leves hasta ayudar en la regeneración de algunos tejidos u órganos. Así plantea un estudio sobre este tipo de luz y su acción en el Trichoderma atroviride, hongo de importancia agrícola, señaló Alfredo Herrera Estrella, científico del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav).
De acuerdo con su teoría, dijo Herrera Estrella, el proceso de cicatrización podría acelerarse al someter a un paciente con una herida bajo una iluminación específica por ciertos periodos de tiempo.
La luz azul, que está dentro del rango de la luz visible para los humanos y tiene aproximadamente 440 nanómetros de longitud de onda, “es la que nos ha dado la pauta, pues hasta el momento es la que mejor ha funcionado en este estudio. Luego de nueve años de investigar el Trichoderma atroviride hemos encontrado la serie de genes que perciben el daño y cuáles realizan la acción para regenerar el tejido”, explicó.
Por el momento la investigación se realiza en este hongo porque permite la manipulación y el rápido entendimiento de su funcionamiento, además de que es un sistema que permite imitar lo que ocurre en animales y plantas.
La restauración del daño en el hongo involucra moléculas muy semejantes a las que están implicadas en personas y en animales; incluso, dichas moléculas hacen una señalización, es decir, un camino muy similar en los tres casos, lo cual dice mucho del mecanismo por el que se lleva a cabo la regeneración, comentó el investigador del Laboratorio de Genómica para la Biodiversidad Langebio-Cinvestav .
Pero además de esa similitud, encontramos el vínculo que acelera el proceso regenerativo, es decir, la exposición a luz azul, lo cual en otros sistemas ya se ha detectado que ocurre, pero no se sabe por qué.
Tras el análisis de los genomas de varios hongos, los investigadores encontraron los genes que codifican para fotorreceptores, es decir, que son capaces de percibir diferentes longitudes de onda.
Mientras en la parte de las moléculas que intervienen, detalló, encontraron el ATP (adenosina trifosfato), calcio y oxilipinas, que anteriormente ya se habían reportado en el proceso regenerativo en animales. Pero nuestro estudio es más profundo y fino, porque estamos descubriendo qué provocan esas moléculas, qué generan en diferentes tiempos luego de haber causado un cierto daño y cuál es la respuesta en la que están involucradas incluso a nivel de expresión de genes
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Sin embargo, el entendimiento de esta relación entre el daño y la luz es aún muy limitado. Hasta el momento se han establecido en el hongo cuáles son las vías que participan en este incremento del potencial de regeneración causado por luz. Pero un entendimiento más profundo nos permitiría replicarlo en sistemas superiores, es decir, animales, y posteriormente en pacientes con un proceso de aplicación para mejorar su salud
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