ómo resistir el horror? ¿Qué hacer ante el desastre? ¿Cómo podríamos los diferentes reunir cabezas y corazones para recorrer juntos el camino de la transformación?
Preguntas de esta índole motivaron dos actos internacionales separados que este mes se juntaron en México de manera enteramente circunstancial.
El 17 seminario del Diálogo norte-sur, un empeño independiente que impulsa desde hace años el notable filósofo de lo intercultural Raúl Fornet Betancourt, tuvo lugar en Cideci-Unitierra Chiapas. Un grupo de destacados filósofos europeos sostuvo un conversatorio lleno de alegría y tensión con pensadores y activistas de América Latina, África y Asia, entre los que estaban algunos de los que hace tiempo acompañan a la Unitierra Chiapas.
A menudo salieron chispas. Certidumbres bien asentadas en las sociedades de cada quien volaban por los aires, hechas añicos, cuando exploraban juntos salidas al desastre.
El tema del seminario fue Justicia, conocimiento y espiritualidad. Buscaba explorar las consecuencias de la epistemología científica moderna sobre la realidad general, así como los saberes que propician la convivencia justa y solidaria. Una sesión reflexionó sobre los desafíos que plantea en la práctica y en la forma de conocer la construcción de un mundo en que quepan muchos mundos. Otra examinó la separación entre espiritualidad y conocimiento que se practica en el mundo dominante.
Imposible presentar aquí la riqueza del animado encuentro. Fue gozoso e irónico observar el eco rico y múltiple del comunicado zapatista del 21 de diciembre de 2012: ¿Escucharon? Es el sonido de su mundo derrumbándose. Es el del nuestro resurgiendo
. Los dos mundos estaban ahí, con diversos rostros. Se habló tanto del derrumbe como del resurgimiento.
Un posicionamiento político claro cobijó el encuentro: resistir y desafiar el conocimiento hegemónico y abrirse a saberes y prácticas muy otras en la búsqueda de justicia. Sin embargo, las maneras de pensar y llevar a la práctica todo eso son muy diversas y no siempre coinciden. Quizá el único consenso que compartieron todos los participantes fue el de continuar el diálogo en los próximos cuatro años.
De otro lado, del 30 de julio al 5 de agosto en San Miguel de Allende, convocado por el Centro para la Justicia Global, tendrá lugar el encuentro Trascender el capitalismo. Se preguntará por el otro mundo que creemos posible, por las alternativas a los callejones sin salida de luchas pasadas y por las formas de avanzar en las condiciones actuales.
La justicia, la libertad y el zapatismo son temas centrales de ambos encuentros, en los que se libra una guerra contra el olvido y se escuchan caracterizaciones del momento actual con palabras de significados diversos e implicaciones distintas: crisis, decadencia, colapso… Algunos participantes se ocupan de pensar o imaginar otro mundo posible y hasta probable, por cuya materialización debe lucharse. Otros consideran que la tarea consiste en seguir construyendo el mundo nuevo que ya ha nacido, lo que exige resistir la continua agresión del que no acaba de morir.
Marx observó que los filósofos se han ocupado de interpretar el mundo cuando de lo que se trata es de transformarlo. En San Cristóbal circuló una paráfrasis: los filósofos quieren imaginar otro mundo posible, cuando de lo que se trata es de construirlo. Algunos participantes hablaron de su resistencia al conocimiento hegemónico y a los intentos de regresarlos al mundo con el que rompieron con inmensa dificultad: el mundo del desarrollo, el progreso, la modernidad…
En San Miguel, prominentes pensadores y activistas de muchos países pondrán en cuestión todos los aspectos del régimen dominante: políticos, económicos, sociales, culturales. Se examinarán la realidad y perspectivas de Cuba, Venezuela y otros regímenes latinoamericanos y se dedicará especial atención a lo que hoy significa el zapatismo.
Habrá intensa controversia. Verdades e instituciones que nos gobernaron por siglos caen a pedazos a nuestro alrededor; estamos en el periodo de caos e incertidumbre que precede al surgimiento de las nuevas. Desde formas obsoletas de pensar y hacer y en el marco de paradigmas en decadencia se enjuicia aún, con severidad, a prácticas innovadoras que son, en sí mismas, la nueva teoría.
Cada vez más, sin embargo, se abre paso la convicción de que el mundo en que caben muchos mundos no se construirá con ingeniería social, desde los aparatos políticos y económicos de arriba. Lo forja cada día, en las geografías y calendarios de cada quien, la acción modesta y organizada de personas ordinarias que toman de nuevo en sus manos, paso a paso, todas las esferas de la vida cotidiana. Ahí se encuentran las nuevas formas de la revolución. Ahí late ya el nuevo orden social. Ahí reinan la esperanza y la dignidad. Como ilustra claramente el zapatismo.