Cuando despertó...
Reformas seguían allí
Botín de oro (negro)
‘‘Abatidos’’ a discreción
uando despertó del futbol, el reformismo peñista todavía estaba allí. Telón mundialista con una Alemania que confirmó en Maracaná el predominio germano más allá del mero balompié. Quedaron bien servidos los sacros intereses comerciales controladores del espectáculo de las patadas tras un balón. La FIFA se coronó como mafiosa organizadora de partidos con compromisos más allá de las canchas, pensados en función de anuncios y patrocinadores, manipulados a través del preservado ejercicio arbitral arcaico, sin apoyo de tecnologías que limitarían los discrecionales criterios de los hombres del silbato, siempre en riesgo de ser comprados por los grandes gerentes del negocio. Las aberraciones preferenciales coronadas ayer con la entrega del Balón de Oro al favorito de Joseph Blatter, el argentino Messi, que en este Mundial sólo tuvo chispazos de genialidad y que con frecuencia fue una pieza intrascendente del sufrido esquema del país andino al que muchos consideraban al principio como predestinado a cosas mejores.
Cuando despertó del Mundial, ni siquiera la selección mexicana estaba mejor. Quedó en los niveles de siempre, en el ya merito cada vez fundamentado con más heroismo, épica televisiva que quiso volver ejemplo de autosuperación gesticulante los desfiguros del entrenador Piojo, que ganó fama global como pieza de folclor en tonos exageradamente entusiastas, confesiones tragicómicas de que los logros son tan inesperados que se celebran hasta lo grotesco, frente a otros directores técnicos de apacibilidad proporcional a su fundada confianza.
Televisa ganó en el futbol, como va ganando en otros rubros. Las élites controladoras de este país inflan las expectativas futboleras locales y luego prometen nuevos milagros por conseguir para posteriores torneos supremos.
No es que el futbol hubiera ‘‘distraído’’ de la resistencia civil y popular que no hubo, pero ahora que muchos ojos mexicanos se despeguen de los malabares mediáticos relacionados con lo futbolero habrán de ver con más amplitud y detalle el panorama y el saldo del reformismo peñista ya imparable. El momento más cercano a la insurrección generalizada se dio cuando la riqueza nacional fue afectada por un máximo castigo que muchos consideraron injusto y por tanto enarbolaron el estandarte de rebelión popular denominado #NoEraPenal, una especie de revolucionario Plan de San Luis demandante de Arbitraje efectivo, no simulación. Pero la gran mayoría no se indignó cuando el Congreso pitó mal, favoreciendo a los que se han especializado en clavados de la riqueza colectiva, permitiendo a los poderes televisivos y telefónicos mantener sus porterías a salvo a pesar de los amagos de leyes antimonopólicas, preparando todo para la pena máxima que consistirá en la entrega del marcador energético. El botín de oro (negro) está listo para ser repartido entre los integrantes del multinacional equipo Robben, mientras las nostalgias ingenuas suspiran desde ya por la próxima copa mundial. Ya merito.
En otro tema: cobró una dimensión especial porque fue publicado por la agencia de noticias Associated Press (Ap). Pero es una versión que corre con insistencia, sobre todo en las zonas donde son más frecuentes los enfrentamientos entre miembros de organizaciones criminales y Ejército y Marina: hay ejecuciones sumarias, verdaderos fusilamientos, de presuntos integrantes de bandas delincuenciales.
No es nuevo ese procedimiento expedito de presunta limpieza social, pues durante el calderonismo se vivieron incidentes similares en los que de pronto se declaraba ‘‘abatido’’ a un grupo criminal, sin haber realizado alguna entorpecedora diligencia judicial y ni siquiera poder demostrar palmariamente que los exterminados eran parte de esos grupos. Con el humanista Calderón se llegó al extremo de negar a decenas de miles de mexicanos el derecho mínimo a la integración y desahogo de averiguaciones previas respecto de los casos de esos ejecutados que así eran enviados a la fosa común de la institucionalidad maquiladora de culpas sin necesidad de confirmación judicial.
El exterminio en caliente carece con plena conciencia de algún sentido de justicia formal, pues asigna a los ejecutores el papel de relampagueantes jueces atenidos sólo a su propio criterio, y reconoce la inviabilidad de la doctrina de la rehabilitación social posible, pues asume que esos delincuentes, salvajes y crueles, inhumanos hasta niveles increíbles, son rigurosamente irredimibles y por tanto es preferible abreviar a golpe de metralla su paso por este mundo. Así sucede con mucha frecuencia en los ‘‘enfrentamientos’’ que usualmente dejan un fuerte saldo negativo para los delincuentes (a pesar de que muchos de esos grupos tienen armamento superior al de las fuerzas armadas gubernamentales y aun cuando, según la narrativa militar más usada, tales delincuentes atacan por sorpresa a los uniformados) y bajas ínfimas, casi simbólicas, en el bando oficial.
Los indicios encontrados en Tlatlaya, estado de México, de que en realidad fueron ejecutados esos 22 presuntos integrantes de Los Guerreros Unidos, escisión del cártel de los Beltrán Leyva, de lo cual dio puntual cuenta la nota de Ap a la que se hizo referencia párrafos atrás, merecen una explicación oficial creíble, pero es evidente que el poder civil mexicano está tan entreverado, tan dependiente de las fuerzas armadas, que lo único disponible serán discursos, palabrería y excusas. Así sucedió con Calderón y así está sucediendo con Peña Nieto: el abatimiento del estado de derecho es una confesión humeante de lo fallido de un Estado. Los peores delincuentes merecen el castigo que la legalidad establece, mas no la ejecución sumaria como política de Estado.
Y, mientras otros miraban solamente el césped, Vladimir Putin se coló por el carril izquierdo, llegó al área latinoamericana y mostró sentido de equipo con Cuba, Nicaragua, Argentina y Brasil, en una súbita diplomacia de oso ruso en expansión. ¡Hasta mañana, con protestas persistentes contra el Hoy no circula sabatino!
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