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Llegaron de todo Estados Unidos ... a San Salvador
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legaron de todo Estados Unidos a San Salvador, reuniéndose como si los obligara algún instinto primordial de retorno al hogar –salvo que esta vez fue una reunión de partidarios del movimiento de protesta que ayudó a disuadir a nuestro país de entrar en una guerra al estilo de Vietnam en El Salvador durante la década de los 80.

Inspirado en parte por la caída en 1979 de la dictadura de Somoza en Nicaragua por los sandinistas, el movimiento de solidaridad centroamericana unió a dos generaciones de activistas –los mayores del movimiento en contra de la guerra en Vietnam de los años 60 con estudiantes universitarios, activistas chicanos y refugiados centroamericanos de los años de la década de 1980.

La ocasión fue la inauguración o la toma de posesión de Salvador Sánchez Cerén como presidente de El Salvador. En los 80, Sánchez Cerén dirigió el grupo de guerrilla FMLN que luchó contra la dictadura financiada por Estados Unidos en El Salvador terminando en un jaque. Mediante un acuerdo de paz en 1992, el FMLN se convirtió en partido político y fomentó su base de votantes hasta ganar este año la elección presidencial.

El momento histórico marcó la segunda victoria electoral consecutiva del FMLN. Fueron socios menores en una alianza en 2009 con el aclamado periodista de televisión Mauricio Funes, quien admirablemente completó el único término que se le concedió. Sánchez Cerén, maestro de escuela, era su vicepresidente.

La ceremonia, llevada a cabo al aire libre con 5 mil dignatarios y líderes sociales de 80 países, seguida de una celebración del pueblo de 200 mil en la plaza central de San Salvador, se tornaba entre jubilosa y lagrimosa. Los compañeros, alejados por tanto tiempo, se volvieron a ver, dando vítores y llorando. Los que hace mucho tiempo aceptaron la misión de prevenir otra guerra de Vietnam se transformaron para siempre con la experiencia. Trágicamente, la guerra de baja intensidad de Estados Unidos costó la vida a cientos de miles de centroamericanos y causó que millones huyeran como refugiados.

De alguna manera, la toma de posesión de 2014 resultó ser más dulce que la victoria de 2009, tal vez porque ahora ascendía sin reparos el FMLN al poder, después de ganar una estrecha victoria en la primera vuelta este año. Durante su discurso, el presidente Sánchez Cerén prometió dirigirse plenamente al dilema tridimensional nacional: la falta de empleos, la criminalidad y la corrupción. La multitud interrumpió repetidas veces la ceremonia con cantos revolucionarios y aplausos.

La presencia de Estados Unidos fue moderada, con la participación del subsecretario para América Latina, Thomas Shannon, y la directora de la Administración de Pequeñas Empresas, María Contreras Sweet. En realidad, se palpaba el subtexto en lo que se presentaron numerosos gobiernos de izquierda latinoamericanos representados por presidentes o vicepresidentes –Ecuador, Bolivia, Cuba, Venezuela y más.

Desde 2009, el presidente Obama ha empleado un trato algo guantes de seda con El Salvador, compitiendo a callada voz por su lealtad contra países progresistas latinoamericanos, a la vez que ha enajenado a países de la región con su apoyo al golpe de Estado en Honduras de 2009, la continuada exclusión de Cuba, la continuada guerra contra las drogas, la desestabilización encubierta de Venezuela, la búsqueda de más acuerdos estilo TLC y la intervención de los teléfonos de los presidentes de México y Brasil.

Uno se tiene que preguntar si el trato suave que Obama da a El Salvador se debe a los recuerdos de altruismo que lleva aún del movimiento de solidaridad que permeó la vida universitaria de los años 80, cuando él era estudiante.

El presidente Sánchez Cerén se ve enfrentado con un gran desafío durante los siguientes cinco años, ahora que los electores han sentido que tienen poder y esperan ver que cumpla sus promesas. No será tarea fácil cumplirlas, con los considerables problemas, complicados por los restos socio-económicos e históricos de la dictadura, la guerra civil y la dependencia. Pero, por unos días siquiera, su pueblo, su partido y el movimiento que ayudó a lograr una paz pragmática, a la vez que mantuvo al filo a Estados Unidos, pueden mirarse en el espejo, darse un gesto de aprobación y susurrar: misión cumplida.

Antonio González, presidente del Instituto William C. Velásquez, asistió a la toma de posesión por invitación del FMLN. Ha sido participante activo de las relaciones entre Estados Unidos y El Salvador desde 1980.

Hispanic Link News Service