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Foro de la Cineteca

El hombre de las multitudes

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Fotograma de la cinta de los brasileños Cao Guimarães y Marcelo Gomes, la cual concluye una trilogía de la soledad, integrada también por El alma del hueso y Vagabundo
G

ran desgracia la de no poder estar solo (La Bruyere). Este epígrafe lo utiliza Edgar Allan Poe al inicio de su relato The man of the crowd, en que se basa libremente El hombre de las multitudes, de los brasileños Cao Guimarães y Marcelo Gomes. Y el infortunio de Juvenal (Paulo Andrade) protagonista de la cinta, conductor de trenes, metódico y amante del orden, es no ser feliz en la soledad ni lograr tampoco una conexión real con el mundo. Los directores han logrado transmitir esta frustración acentuando el mutismo y la melancolía del personaje, dejando vislumbrar, más que mostrando abiertamente, sus miedos y sus reservas. El tema no es nuevo, pero sí la mane- ra de abordarlo. Desde el espléndido drama social silente, La muchedumbre (The crowd, King Vidor, 1928) hasta el violento drama sicológico Taxi driver (Scorsese, 1976), la imagen de una ciudad ajena y hostil, y la de un hombre perdido en la multitud, ha tenido variantes numerosas. En el caso de la cinta de Guimarães/Gomes, la originalidad consiste en mostrar esa opresión urbana más en la forma que en lo efectivamente narrado.

La vida de Juvenal es monótona y rutinaria; su trabajo de conductor ferroviario apenas disimula su vacío existencial. Como protagonista sin aristas, hombre sin cualidades, no ofrece sustancia suficiente para armar una buena trama. Y es justamente eso lo que los cineastas señalan reduciendo el formato tradicional de la pantalla hasta un rectángulo 3x3 que literalmente ilustra la estrechez de miras y el encierro elegido por el personaje. Enfatizan así también el clima claustrofóbico de la cabina de tren en que transcurre buena parte de su vida y la perspectiva misma de las vías férreas que son su horizonte cotidiano.

Un contrapunto interesante es la relación amistosa de Juvenal con Margo (Silva Lourenco), su colega de trabajo, una mujer sumida a su vez en el mundo de las computadoras y las redes sociales. La cinta explora esta aproximación a una posible intensidad afectiva. El extraño relato de Gomes/Guimarães tiene el mérito de permitir al espectador la inmersión novedosa en la soledad de los personajes a través de un lenguaje cinematográfico hábilmente reelaborado donde la estupenda fotografía de Ivo Lopes Araújo remplaza ventajosamente a las esperadas convenciones narrativas.

El hombre de las multitudes es el segmento final de una trilogía de la soledad, de Cao Guimarães, integrada también por El alma del hueso y Vagabundo.

Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional a las 16 y 21 horas.

Twitter: @CarlosBonfil1