Ángel, un menor oaxaqueño, relata el viacrucis que padeció al ser detenido en EU
No te dejan bañar ni cambiarte, aunque la ropa esté toda mugrosa; hay quienes se burlan de ti
Me vine con mi tío desde Oaxaca. Intentamos una vez cruzar a Estados Unidos, pero nos agarraron; dos veces, y nos volvieron agarrar. Mi tío ya pasó. Yo no he podido, relata Ángel, de 15 años, uno de los menores entregados en las oficinas del Instituto Nacional de Migración ubicadas en TijuanaFoto Alfredo Domínguez
Domingo 6 de julio de 2014, p. 5
Tijuana, BC.
Ángel ha intentado llegar a Estados Unidos por la zona de La Rumorosa, por el desierto de Laguna Salada y por las montañas de Tijuana. A sus 15 años, tres veces ha estado cerquita de cruzar
. Junta los dedos índice y pulgar de su mano derecha para hacer más gráfico su esfuerzo. Su brazo y cara tiemblan con ansia.
En total lleva seis intentos por llegar con su mamá, que vive en Fresno, California. Es uno de los 725 menores no acompañados de nacionalidad mexicana que ha deportado la Patrulla Fronteriza en los primeros cinco meses de este año por esta localidad, donde el gobierno de Estados Unidos ha incrementado 20 por ciento la expulsión de menores connacionales, señalan informes del Instituto Nacional de Migración (INM).
En 2013 las autoridades estadunidenses deportaron mil 845 menores de edad por esta ciudad fronteriza que colinda con San Diego, California. En los primeros cinco meses del año han expulsado mil 173 niños y jóvenes de 12 a 17 años.
Paso cada vez más complicado
Rodulfo Figueroa Pacheco, delegado del INM en Baja California, informó a La Jornada que el endurecimiento
de la frontera de California ha disminuido el tráfico de mercancías y personas, porque cruzar desde esta localidad se ha vuelto más complicado
.
Así lo demuestra la colocación de un doble muro en territorio estadunidense en su frontera con México. También la utilización de sensores de movimiento, pedazos de vías de tren soldadas como si se tratara de enormes asteriscos uno junto a otro en la zona desértica, torres con cámaras –cada cinco o diez kilómetros–, que alertan a la Patrulla fronteriza de la presencia de personas a lo largo de su frontera, y la creación de bases de esta corporación y el uso de helicópteros para localizar migrantes.
El funcionario del INM resaltó que la migración de menores hacia Estados Unidos se ha presentado con el movimiento de familias completas, principalmente de Michoacán, que representan 10 por ciento del total de personas deportadas por Estados Unidos.
En 2013, de un total de 95 mil 609 personas repatriadas, 10 por ciento llegaron a Estados Unidos procedentes de Michoacán, y del total, aproximadamente mil 800 eran menores de edad.
De enero a mayo de 2014 las autoridades estadunidenses entregaron a funcionarios del INM mil 173 menores de edad, de los cuales 448 viajaron acompañados de familiares; 725, solos. Las edades oscilaban entre 13 y 17 años, la mayoría.
Ángel tiene 15 años, nació en Oaxaca y estudió hasta la secundaria. Es uno de los cientos de menores no acompañados que ha deportado el gobierno estadunidense.
Vivía con mi abuelita; mi mamá está en Fresno, Estados Unidos. Mi hermano sí tiene papeles, pero es menor de edad
, señala como si él no lo fuera.
“Me vine desde Oaxaca con un amigo y mi tío. Viajé porque quería estar con mi mamá, no nada más por querer trabajar. Por eso me vine. Decidí venirme en el autobús... bueno, mi mamá me lo pagó y me vine pa’cá, a Tijuana.
Me vine con mi tío. Lo intentamos una vez, pero nos agarraron; dos veces, y nos volvieron agarrar. Mi tío ya pasó, a la tercera vez. Yo no he podido. Mi amigo pasó a la segunda. Yo no puedo pasar, no sé por qué
.
–¿Tu tío te dejó en el camino?
–No. Íbamos juntos. Decía, ¡échale ganas, ya mero llegamos!
Y yo, sí, sí
, pero ya no aguantaba los pies. Sentía que un simple suspiro más y me caía, pero segúia caminando. No me dejó. Yo fui el tonto, porque ya estaba cerquita y él siguió caminando recio. Me decía, ¡camina, camina!
Le contestaba, “sí, sí, adelántate y ’orita te alcanzo”, y me quedé atrás con un amigo.
“Yo decía, ’orita van a dejar huellas y los alcanzo. Cuando en eso escuchamos que venía el mosco (un helicóptero de la Patrulla Fronteriza), corrimos para llegar a la carretera, pero ya no había nadie, ya había pasado por ellos el carro. Se llevó a los que habían llegado, y a los que no, pues sería luego. A nosotros nos dejaron allí. Nos fuimos caminando por la orilla de la carretera y que nos agarra la migra.
“Lo he intentado seis veces; tres casi lo logro. Las otras me agarraban en una brecha. Una vez llegue a la Mesa de Otay y me agarraron cuando iba llegando el carro que me iba a trasladar con mi familia.
No quiero regresar a Oaxaca. Quiero llegar con mi mamá. Sé que puedo pasar, pero no hasta cuándo. Lo he intentado por playas de Tijuana, por el Nido de las Águilas, por Tecate...
–Pero son zonas difíciles.
–Por Playas de Tijuana está fácil, como en media hora ya estás llegando a San Ysidro. En cambio, por Tecate son tres noches (desierto y montaña). Por el Nido de las Águilas son dos noches (montaña).
“En el día duermo y en la noche camino. Lo más difícil que he pasado es por Tecate, pero ahí casi se puede pasar por las montañas; había veces que yo me aguantaba (el cansancio, la sed y el hambre), pero tenía que llegar a la barda, brincarla y caminar hacia el norte, hacia mi destino.
“Para comer me llevé un paquete de tostadas, frijol, atún, agua, galletas, suero. Eso es algo que tu cuerpo necesitará para cuando ya no tengas fuerzas; eso es lo único que llevaba....
“Dormía en el cerro. Entre hierbas y piedras, donde se pudiera o donde no me encontrara la migra, que no me viera el mosco. El helicóptero te veía si te dormías en lo plano, donde no hubiera hierbas. Si te metes en hierbas y piedras, pues no te logra ver, y ahí me dormía”.
–¿Una vez que llegas al otro lado, qué pasa con la migra?
–Te agarra en el cerro. Ahí mejor ni corras, porque hay veces que te dejan ir una cuatrimoto o te meten el pie o te dicen que te pares, y si no lo haces te empujan. A mí no me lo han hecho, nunca, pero sí he visto.
El maltrato
“A un señor que iba conmigo en la tercera vez que lo intentamos, quiso correr y le dieron un golpe en la espalda y se fue (de bruces), se raspó todo el pecho y la cara, pero nadie les dijo nada, porque pues nadie va a creer que ellos lo hicieron, sólo dirán ‘así venía, así lo encontramos’. Pero no es verdad, ellos luego te maltratan, nada más que se hacen las víctima, lo niegan y dicen que no te hacen nada. A mí nunca me pegaron ni nada de eso.
“A mí me metieron en un cuarto –no sabe cuántos días, si dos o tres, y nunca lo comunicaron con el consulado mexicano–, ahí me tomaron fotografías, todos mis datos y mis huellas (dactilares). Luego me mandaron con los azules (personal de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza estadunidense).
“Con los verdes (personal de la Patrulla Fronteriza) nada más te dan puro burro (tortilla de harina con algún guisado). A mí sí me dieron un colchón y una cobija como de pelusa toda rasposa.
“El tiempo ellos lo toman despacio, pero a ti se te hace eterno, porque son los que te tienen ahí. Me tuvieron unos días con los verdes y aquí me tuvieron como un día o dos, no sé.
“Los de la Patrulla Fronteriza no te dejan bañar ni cambiarte de ropa, aunque esté toda mugrosa. No quieren que tengas agujetas, sólo un pantalón y una camisa. Hay quienes te dicen cosas feas, se burlan de ti, te gritan que vas aprender a comportarte, y que bajes los pies del sillón si tratas de dormir. Te dicen que debes estar derecho.
A la gente mayor la mandan a San Luis Río Colorado; a los menores, nada más aquí a Tijuana
, concluye.