La maldición
o hay manera de superar el pánico escénico que provoca en las selecciones de la Concacaf dilucidar los partidos por la vía de los penales. Sea a nivel regional –la suerte va y viene– o a nivel internacional, donde generalmente sucumben.
Pasó este sábado con una excelente selección de Costa Rica, el único país de la zona que llegó a cuartos de final en Brasil 2014. Igual hay que decir que, de no ser por su extraordinario portero Keylor Navas, Holanda habría resuelto el trámite con una holgada ventaja.
Nadie sabe quién lanzó la maldición que tiro por viaje apea a los equipos de la Concacaf de las instancias más importantes. Nadie sabe por qué los pateadores se achicopalan para terminar con la pierna encogida. ¿Les dará miedo ganar?
Holanda se fue a la carga desde el pitazo inicial dejando a un lado el juego especulativo. Tiene jugadores para eso, especialmente a Arjen Robben, excelente con el balón en los pies y maestro consumado de los clavados en las canchas de juego. Basta que un rival le sople en el cogote para que se deje caer con estrépito. Que se lo pregunten a Rafa Márquez.
Para nuestro continente quedan en liza dos gigantes del futbol mundial: Brasil y Argentina. Ni unos ni otros han dejado buen sabor de boca, salvo llegar a semifinales, que no es poca cosa. Al fin y al cabo a los aficionados les importa un carajo si su equipo juega bien o mal. Todo pasa por ganar, así sea a mordiscos.
Viene la segunda abstinencia futbolera del Mundial. Martes y miércoles se servirán dos platos fuertes. Ojalá el futbol reflote luego de su hundimiento en cuartos de final.
Los holandeses irán contra una desconcertante Argentina que hoy se quedó sin el explosivo Di María. Marcaron un gol tempranero a Bélgica, que finalmente no fue caballo negro, ni blanco, ni rojo ni nada.
Medio indolentes y sobrados, los argentinos caminaron más que corrieron una vez que comprobaron que el chocolate belga no tenía consistencia. Su futbol se quedó en los famosos cafés belgas donde el plato rey son las patatas fritas con mostaza y mayonesa. Nadie como ellos prepara ese plato tan exquisitamente.
Ya en semifinales los pronósticos son pura ociosidad. Nada de lo hecho hasta ese juego sirve para el cálculo de probabilidades. Por suerte el balón es un objeto lo suficientemente loco y caprichoso como para reventar cualquier pronóstico.
Vale igual para el Alemania-Brasil. A simple vista la canarinha llega en desventaja, medio rota, a tan importante cita. Neymar, con una vértebra quebrada, cortesía
del colombiano Zúñiga, y Thiago da Silva suspendido un partido. Se ve para Brasil un horizonte lleno de nubarrones, pero esto es futbol y además juegan en su casa.
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