Representan 15.3 por ciento de los habitantes
Domingo 6 de julio de 2014, p. 25
México es uno de los cinco países de América Latina donde la población indígena aumentó durante la década pasada, pero lo hizo en mayor proporción que los otros ya que los indígenas mexicanos duplicaron la proporción que tenían respecto del total de habitantes del país, advierte un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
En 2002 los indígenas representaban 6.8 por ciento del total de la población de México, pero en 2010 llegaron al 15.3 por ciento. Es la mayor cifra de los países donde la población indígena creció ya que en Panamá pasaron de 10 a 12 por ciento, en Ecuador de 6.8 a 7 por ciento, en Costa Rica de 1.7 a 2.4 por ciento y en Argentina de 1.6 a 2.4 por ciento.
Tales incrementos no pueden atribuirse únicamente a un crecimiento vegetativo (diferencias entre nacimientos y defunciones) ni a un saldo migratorio positivo (inmigrantes menos emigrantes internacionales), ya que las tasas de crecimiento calculadas se encuentran muy por encima de las correspondientes a la población de cada uno de los países mencionados
, sostiene la Cepal.
Incluso refiere que las tasas de crecimiento de la población indígena en los países mencionados son muy superiores a los niveles registrados en la llamada explosión demográfica
cuando la mortalidad del grupo descendió y se mantenían altas las tasas de fecundidad.
Así que atribuye tal aumento a cuestiones censales o de metodología, a que los indígenas ya participan más en los procesos censales, pero también a que puede estar impactando una mayor conciencia étnica, reflejada en la revitalización de la indentidad indígena en los últimos años, que consecuentemente se materializa en un aumento de autoidenficación
.
El estudio de la Cepal refiere que las mujeres indígenas de México se caracterizan por su urbanización en edades productivas y reproductivas. Es decir que hay más mujeres indígenas en los centros urbanos de México que en las zonas rurales, pues los primeros representan 54 por ciento del total. Una tendencia también registrada en Perú y Paraguay, pero a contracorriente de lo que sucede en el resto de las naciones latinoamericanas cuya población indígena femenina sigue concentrada en el campo.
El organismo alerta que poco se conoce del fenómeno de la migración de las mujeres indígenas, las cuales padecen una triple vulnerabilidad (étnica, de clase y de género) y que, al igual que los hombres, se ven obligadas a dejar su lugar de origen por la presión que existe sobre sus tierras derivada de la explotación de recursos naturales, el deterioro medioambiental y la pobreza material, así como la escasa oferta de servicios del Estado, principalmente en educación media o superior
, además de la violencia intrafamiliar y el abandono.
Si bien indica que la migración puede ser una vía para mejorar las condiciones de vida de las personas, la Cepal refiere que no puede ser el camino obligado para obtener bienestar
y en las mujeres indígenas, particularmente las más jóvenes, la migración se convierte en un cuarto riesgo que se suma a su triple vulnerabilidad porque se exponen a la explotación sexual y la trata de personas.