Economía noqueada
Otro tijeretazo al PIB
Tricolor chistoretero
estas alturas del partido, y siempre presente aquella promesa de ofrecer inmediatos resultados tangibles
, ni los más ilusos confían en las proyecciones económicas y las sabias palabras del ministro del año
, salvo, claro está, el propio personaje del Olimpo tecnocrático y su adjunto en Los Pinos porque, tal cual sucedió en 2013, a lo largo del presente año los pronósticos en torno al crecimiento mantienen un perfil similar al del conteo boxístico por nocaut: …4, 3, 2, 1, 0… fuera, otro año perdido.
En el ámbito oficial, y en el oficioso, desde luego, gritan a coro que todo se ha instrumentado para reactivar la economía
y que aquella se dará en el segundo semestre
del año, es decir, exactamente lo mismo que dijeron en 2013, cuando la economía creció
1.07 por ciento contra el 3.5 por ciento estimado por los genios tecnocráticos.
Hasta ahora, en 2014 sólo se ha practicado un tijeretazo a la proyección oficial: de 3.9 por ciento el ministro del año
la redujo a 2.7 por ciento, tras conocerse los resultados reales del primer trimestre. Entonces prometió que el segundo trimestre sería mejor, que se comenzarían a registrar los efectos positivos
de las reformas
y que los mexicanos se preparan para un futuro promisorio
.
Pues bien, concluyó ese segundo periodo, y ni siquiera las leyes secundarias de las reformas
han sido aprobadas, de tal suerte que sus efectos positivos
se posponen al tercer trimestre, siempre de acuerdo con la versión oficial, y así eternamente.
Tal dinámica ha despejado dudas, y hasta los tradicionales aliados del régimen sacan a relucir sus tijeras para recortar, mes tras mes, el pronóstico oficial en materia de crecimiento económico, mientras los afanosos cuan cínicos diputados y senadores se jalonean las reformas
para ver qué tribu obtiene mayores beneficios para sus respectivos patrones y, desde luego, de qué tamaño será la comisión a recibir.
Si alguien duda de lo anterior, pues que se asome al Congreso, donde diputados y senadores, según sea el caso, se pelean entre sí para ver quién es más gato que el otro, y si no pregúntele a Javier Lozano Alarcón, quien como secretario del Desempleo ostentosamente fue gato de Germán Larrea, o la telebancada, en donde ya ni las formas guardan.
En este contexto, los 38 grupos de análisis y consultoría económica del sector privado nacional y extranjero consultados permanentemente por el Banco de México de nueva cuenta recortaron la expectativa de crecimiento en 2014, y en junio la redujeron a 2.65 por ciento, desde el 3.41 por ellos estimado a principios del año.
El anterior es el resultado de la Encuesta sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado, junio de 2014, levantada por el Banco de México, cuyos resultados se conocieron ayer. La economía mexicana, pues, por segundo año consecutivo, en conteo de nocaut.
Desde el arranque mismo del actual sexenio, en ninguna encuesta mensual (19 de 19 posibles, es decir, de diciembre de 2012 a junio de 2014) los citados especialistas coincidieron con la expectativa oficial de crecimiento económico. De hecho, en lo relativo al presente año, su proyección original fue de 3.41 por ciento; al cierre marzo no pasaron de 3.09 por ciento y al concluir el primer semestre su proyección sólo libró 2.65 por ciento, y descontando.
Así, de concretarse tal estimación, en el primer bienio del gobierno peñanietista la economía habría crecido
a una tasa anual promedio de 1.8 por ciento, igual que en los tiempos del inefable Felipe Calderón, algo que no debería llamar la atención porque en Hacienda operan con el manual de siempre, y prácticamente con el mismo equipo de genios tecnocráticos. Entonces, ¿por qué tendría que ser diferente el resultado?
Entre los resultados de la citada encuesta llaman la atención las causas principalmente consideradas por los especialistas para entender por qué la economía mexicana mantiene su tendencia descendente: los problemas de inseguridad pública, la debilidad del mercado interno, del externo y de la economía mundial, la política fiscal instrumentada por el ministro del año
, la incertidumbre sobre la situación económica interna y la incertidumbre política interna.
Si se consideran las respuestas de junio de 2013 y se comparan con las de igual mes de 2014, los especialistas duplicaron su preocupación por razones de inseguridad pública; multiplicaron por cuatro las relativas a la debilidad del mercado interno; redujeron en una tercera parte las que refieren problemas externos; aumentaron en la misma proporción los efectos negativos de la política fiscal, multiplicaron por cuatro la incertidumbre sobre la situación económica interna, y, ¡sorpresa!, aumentaron 500 por ciento su temor por la incertidumbre política interna.
Esto último por la notoria ausencia de consensos y la ostentosa lentitud del aparato gubernamental (Congreso incluido), pero especialmente porque ya está en puerta la madre de todas las guerras: huesos, presupuestos y reparto de cuotas con miras a las elecciones intermedias de 2015, en las que el tricolor deberá pagar un enorme costo político por la notoria ausencia de resultados en su feliz regreso a Los Pinos. A menos, claro está, que de nueva cuenta eche a andar su descarado operativo de compra de votos (Monex y Soriana, pero ahora con más fondos en las tarjetas plásticas), algo que, por lo demás, lejos de descartarse resulta más que previsible.
En el gobierno federal todos los males económicos son achacados a factores externos
(desde el clima hasta la caída del PIB), pero cómo estará el horno que hasta los especialistas consultados por el Banco de México prácticamente ya ni consideran el ambiente externo como factor que obstaculiza el crecimiento interno. De hecho, su intranquilidad por la inestabilidad financiera internacional se redujo en más de 80 por ciento entre junio de 2013 y el mismo mes de 2014, y casi ni reclaman por la ausencia de cambio estructural
en el país.
Las rebanadas del pastel
Y el chistorete del día va por cortesía del líder
nacional priísta, César Camacho Quiroz: “se confunden quienes dicen que esta reforma es un regalo para las televisoras. En telecomunicaciones hay intereses poderosos, pero más poderosos deben ser los ciudadanos… Esta reforma quiere acabar de una vez por todas con privilegios, con cotos de poder, con áreas en donde hay alguien o una gran empresa que se lo lleva todo”. Las carcajadas de Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas Pliego se escucharon por todas partes.
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