Río de Janeiro, 3 de julio.

Desde el primer día en que Brasil le hizo tres a Croacia, la Copa Mundial ha registrado una lluvia de goles tan fuerte como un aguacero en la selva amazónica.

Una serie de factores se han combinado para que la de Brasil pueda ser la Copa Mundial en la que más goles se anotan. Al paso que va, esa marca caerá tarde o temprano.

La marca a batir son los 171 goles del Mundial de Francia de 1998. Ya se han marcado 154 y todavía faltan jugarse ocho partidos. Los tantos de las dos primeras rondas ya superan el total de goles de los mundiales de 2010 en Sudáfrica y de 2006 en Alemania.

El promedio de 2.75 tantos por encuentro es notable. La FIFA afirma que es el mejor promedio de las dos primeras rondas desde 1986. Aquí algunas de las razones por las que los jugadores se sienten en su ambiente.

Estado físico: Los jugadores deberían agradecer a los preparadores físicos. Los equipos se prepararon muy bien para el calor, la humedad y los viajes largos de una sede a otra.

Algunos equipos se siente como locales: Los equipos americanos se sienten tan a gusto en Brasil como los bañistas cariocas de Copacabana y por ello no extrañó que la mitad de los conjuntos que sobrevivieron a la primera fase fuesen del hemisferio.

Delanteros en forma: Poco efectivos en Sudáfrica, los delanteros están encontrando el arco a menudo en Brasil. Arjen Robben y Robin van Persie anotaron tres goles en total en 2010 y ya llevan tres cada uno en Brasil.

Cinco goles le alcanzaron al alemán Thomas Muller para ser el máximo cañonero del torneo en Sudáfrica, pero no bastarán en esta ocasión. El colombiano James Rodríguez ya marcó cinco en cuatro partidos. Y Lionel Messi, que no anotó en Sudáfrica, lleva cuatro, lo mismo que Muller y que el brasileño Neymar.

Tácticas: Los técnicos han sido recompensados por sus planteamientos ofensivos. Contra Irán, por ejemplo, Argentina alineó a Messi, Gonzalo Higuaín, Sergio Agüero y Angel di María, un ataque impresionante.

El balón: Los jugadores criticaron mucho la pelota usada en el 2010 por la forma en que se movía en el aire. Un grupo de estudio de la propia FIFA dijo que alcanzaba una velocidad increíble. Pero el balón del 2014 funciona bien, como demostró James con el que probablemente sea hasta ahora el mejor gol del torneo, en el que bajó el balón con el pecho y sacó un bombazo desde afuera del área que pegó en el travesaño y entró.