ace tiempo escribí sobre la cada vez mayor calidad de las series de televisión, sobre todo las producidas para canales de cable e Internet. Ante la pobre oferta de la cartelera comercial, en esta ocasión me referiré a una serie nueva, titulada Penny Dreadful, que se está exhibiendo aquí por HBO (aunque en Estados Unidos fue difundida por Showtime).
El título, intraducible, se refiere a esas publicaciones baratas y seriadas, que trataban temas escabrosos, y fueron populares durante la era victoriana. Debida a la imaginación del guionista John Logan, la serie se sitúa en el Londres de ese periodo, precisamente, cuando la sociedad se encuentra convulsionada por una serie de sangrientos asesinatos atribuidos a un tal Jack. Pero ese no es el tema. Penny Dreadful tiene por protagonistas a sir Malcolm Murray (Timothy Dalton), un aristócrata, explorador de África, y su acompañante la bella Vanessa Ives (Eva Green), quien posee poderes de médium. Ambos reclutan a un certero pistolero del oeste llamado Ethan Chandler (Josh Hartnett) para que sirva de apoyo en sus investigaciones.
Resulta que sir Malcolm está obsesionado por encontrar a su hija Mina, quien desapareció tras comprometerse con un abogado llamado Jonathan Harker. Por ahí, también consultan a un joven doctor apellidado Frankenstein (Harry Treadaway). ¿Ya adivinaron por dónde va la cosa? En efecto, lo que ha hecho Logan es seguir la estrategia probada por Alan Moore y su novela gráfica League of Extraordinary Gentlemen (adaptada al cine con resultados lamentables en 2003) y, en este caso, mezcló la influencia literaria de Mary Shelley, Bram Stoker y hasta Oscar Wilde para crear un relato de auténtico sentido gótico, una cualidad nada fácil de encontrar en estos tiempos de vampiros guapitos y lánguidos.
Logan es un escritor acreditado –entre sus considerables logros se cuentan las guiones adaptados de Sweeney Todd: El barbero demoniaco de Fleet Street (Tim Burton, 2007), Coriolanus (Ralph Fiennes, 2011) y La invención de Hugo Cabret (Martin Scorsese, 2011), y aquí ejerce su capacidad para inventar una trama en la que puedan interactuar sus personajes con anteriores creaciones literarias y recrear la forma de hablar de una época pretérita, sin recurrir a lugares comunes. (La producción ejecutiva de Sam Mendes es también una garantía).
Los primeros dos episodios, dirigidos por el español J.A. Bayona (cuyo afortunado debut en cine fue El orfanato, de 2007), quien sabe cómo dar con la atmósfera precisa para establecer la acción. Una vez que sir Malcolm y Vanessa descubren jeroglíficos egipcios en el cadáver de un vampiro; y el Dr. Frankenstein recibe la visita inesperada de su primer intento de crear vida, una criatura patética pero amenazante (bien interpretada por Rory Kinnear), sabemos que estamos ante una ingeniosa relaboración.
Sin embargo, el episodio más logrado a la fecha es el llamado Closer Than Sisters, dirigido por Coky Giedroyc, que es un flashback a los orígenes de la relación entre sir Malcolm y Vanessa, y la amistad de esta con Mina desde la infancia. El capítulo, imbuido de un romanticismo decadente, está dominado por el creciente disturbio mental de Vanessa y explica su vulnerabilidad a ser poseída por malos espíritus. Aquí el brillo de perversión que siempre asoma en la mirada de Green es especialmente efectivo, y la actriz consigue hacer convincente su estado de posesión como no lo había hecho nadie desde Isabelle Adjani, en Posesión, exactamente.
¿Se podrá sostener ese tono en los siguientes capítulos de la serie, sin caer en la usual ramplonería sobrenatural? Vale la pena averiguarlo.
Twitter: @walyder