El acoso escolar y sus formas de violencia que se genera entre estudiantes que cursan la secundaria en nuestro país, –agresiones verbales y físicas, intimidación, ausentismo, hacer trampa, robo y vandalismo– impiden el desarrollo de climas de aprendizaje, revela el Estudio Internacional sobre la Enseñanza y el Aprendizaje 2013 (Talis, por sus siglas en inglés), elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Según el informe México tiene el porcentaje más elevado, de las 33 naciones integrantes, en el número de docentes (10.8 por ciento) que reportan que al menos una vez a la semana sus estudiantes enfrentan daño físico causado por la agresión entre alumnos, casi cinco veces más que la media de 2.3 por ciento para el resto de los estados participantes.

En cuanto a casos de vandalismo y robo alcanzan 13.2 por ciento, por encima de Brasil y Malasia con 11.8 y 10.8 por ciento, respectivamente, mientras casi 30 por ciento de los educadores mexicanos estima que hay intimidación o abuso verbal entre alumnos, aunque Brasil, Suecia y Flandes superan este porcentaje.

Dirk van Damme, jefe de la División de Innovación y Medición del Progreso del organismo, destacó que las intimidaciones con abuso verbal entre estudiantes, que incluso pueden llegar a la violencia física, ponen en peligro el clima de enseñanza en las escuelas, por lo que reconoció que no se puede tener a la sociedad fuera del salón de clases.

Agregó que si se consideran algunos de sus factores –la OCDE midió ocho, entre ellos el consumo de drogas y alcohol–, México va a estar en el lugar más alto, aunque advirtió que con estos resultados no se puede obtener una clasificación de violencia (escolar) por país.

Entre los hallazgos se destaca que las prácticas docentes también pueden afectar el clima escolar, pues el país tiene el porcentaje más alto de docentes (20 por ciento) cuyos directores reportan ausentismo por lo menos una vez a la semana, frente a una media de 4.7 por ciento.

A esto se suma que casi tres de cada 10 profesores llega tarde para impartir sus clases y 2.2 por ciento incurre en prácticas discriminatorias.

Los resultados del estudio que se aplica para conocer la situación de los maestros y su entorno escolar, revelan que más de la mitad de los docentes mexicanos labora en escuelas que carecen de profesores calificados y con buen desempeño, y 24 por ciento considera que no está preparado para realizar su labor educativa, lo que triplica el promedio del resto de las naciones que es de 7 por ciento.

Además, México tiene uno de los mayores porcentajes de docentes con preparación académica inferior a la universitaria, y se cuenta con el menor número de quienes han logrado concluir su formación magisterial inicial con 62 por ciento, frente a un promedio de 90 por ciento.

Casi la mitad de los profesores de secundaria laboran en planteles con más de 30 por ciento de sus alumnos en condiciones socioeconómicas desfavorables, lo que duplica la media de los estados participantes –de los cuales 17 son miembros de la OCDE– donde sólo es de 20 por ciento.

En cuanto a la distribución del tiempo en el aula, los docentes destinan por lo menos 24 por ciento a tareas administrativas y en tratar de mantener el orden dentro del aula, mientras en el resto de las naciones el promedio es de 21 por ciento.

No sorprenden los resultados de Talis: Alba Martínez

En el acto, Alba Martínez Olive, subsecretaria de Educación Básica, reconoció que la docencia en secundaria enfrenta las condiciones más difíciles y aseguró que no son sorpresivos los resultados de Talis 2013.

Destacó la situación laboral de los mentores, quienes todavía trabajan unas cuantas horas en una escuela, para luego ir a otra, y a veces a una tercera y cuarta.

Agregó que pese a ser el cuerpo docente que accede al mayor número de actividades de desarrollo profesional, pues dedican 90 días al año a asistir a cursos y talleres, frente a un promedio de 71 para el resto de los países, son al mismo tiempo quienes más demandan formación especializada.

Al respecto la OCDE advierte que nuestro país necesita garantizar un desarrollo profesional de calidad, que sea relevante para las necesidades del maestro y que les ofrezca una visión coherente de su crecimiento en la tarea educativa.