a señora Bárbara Bruns es la economista líder
del Banco Mundial, responsable de educación para América Latina y la región del Caribe. Invitada por la SEP para orientar los Foros de Consulta Nacional, vino a decirnos que a los maestros hay que pagarles de acuerdo con su desempeño. Los profesores deben ser tratados de manera diferente, y su compensación económica debe estar ligada a su desempeño
, enfatizó Bruns. Asimismo, se tiene que destacar la labor de los profesores excelentes que hay en cada escuela
, puntualizó… Hay profesores que logran captar la atención de los estudiantes y otros profesores donde (sic) la anarquía impera en el horario escolar, no obstante, ambos maestros reciben la misma compensación económica” (nota del portal Educación Futura, 16 de junio).
La señora Bruns expresa la ideología de los banqueros y economistas, y se equivoca de cabo a rabo. En una fábrica de salchichas usted puede pagarle a un empleado según su desempeño y según sus resultados: él trabaja media jornada, usted le paga la mitad, él produce la mitad de salchichas, usted le paga la mitad, y todos contentos. En educación esto no es válido, es una aberración. En la educación hay de dos: o el maestro trabaja cumplidamente y con entusiasmo, o no lo hace. Si no lo hace no hay grados, ni lugar para la tolerancia; no se puede aceptar que un maestro se proponga formar a sus estudiantes a la mitad de lo requerido, o que forme sólo a la mitad de los estudiantes y que todo se arregle pagándole la mitad. La educación no puede ser conducida con los criterios de un negocio comercial. Además, en la compleja tarea educativa no hay una relación mecánica entre el desempeño de un profesor y los resultados: se sabe bien que éstos dependen de factores que están fuera del control del maestro.
El pago por desempeño a maestros, mediante el cual se premia con estímulos
al que cumple determinados requisitos (a veces sólo formales), y al que no lo hace se le juzga mediocre pero se le mantiene con su reducido sueldo, tiene efectos perversos. Si el supuesto es cierto, ese maestro mediocre estará dando un pésimo ejemplo a sus estudiantes y la institución que le paga estará cometiendo un fraude. Sabemos muy bien que en el ámbito educativo y académico el pago por resultados ha conducido a la simulación, a la rivalidad entre los docentes porque los estímulos
siempre son escasos, y a la desintegración del trabajo colegiado. El pago por méritos es un sistema de administración de recursos humanos
mediante el miedo, el garrote y la zanahoria.
Un cuestionamiento de fondo a este esquema de pago se refiere a la motivación de los maestros. Es necesario reiterarlo. ¿Qué podemos esperar de un maestro cuyo empeño depende de las compensaciones adicionales que recibe? La motivación de un buen maestro no es otra que el progreso de sus estudiantes. La misma señora Bruns, quien parece no haber madurado bien sus ideas, advirtió que Los países (sic) con mejores resultados en la prueba PISA: Shanghai, Finlandia, Ontario Canadá, Japón, Río de Janeiro tienen muy pocos elementos en común, pero todos han llegado a estimular la práctica entre profesores, pues nadie entra para una recompensa financiera
.
El principio que debe aplicarse es incuestionable: al maestro que tiene un desempeño
esmerado y competente hay que pagarle bien y ya; quien no tiene este compromiso no tiene lugar en la educación. Pero el respeto responsable y justo de este principio, convertirlo en una meta, significa desechar medidas punitivas ilícitas e insensatas que sólo persiguen el beneficio político de los gobernantes y convierten al magisterio en chivo expiatorio del desastre de país. La aplicación de ese principio requiere, por otra parte, la solución de problemas muy complejos. En primer lugar implica definir lo que se entiende por desempeño deseable de los maestros, lo cual exige expresar en términos operativos el modelo educativo
(tarea que tiene empantanada la SEP). Exige también establecer sistemas de evaluación con objetivos claros y consistentes (el nuevo INEE no ha resuelto esto), y métodos, instrumentos y procedimientos compatibles con esos objetivos. Y exige pasar de la abstracción que supone un contexto institucional normal
, atemporal, a la consideración de las circunstancias sociales, culturales e históricas que han construido la compleja y conflictiva realidad actual de nuestro sistema educativo.
El gobierno de México puede (y debe) prescindir de los préstamos del Banco Mundial. Los créditos
que éste organismo otorga para programas de educación no son significativos en comparación con los recursos que el país destina a este rubro. Esto ocurre en muchos países, lo reconoce dicho banco y sostiene que por ello su principal contribución debe ser su asesoría, diseñada para ayudar a los gobiernos a desarrollar políticas educativas adecuadas para las circunstancias de sus propios países. El financiamiento del banco será en general diseñado para influir sobre los cambios en el gasto y las políticas de las autoridades nacionales
(Banco Mundial, Prioridades y estrategias para la educación).
A confesión de parte, relevo de pruebas. El Banco Mundial opera como un ministerio de colonias. No sólo impone mediante grilletes financieros las políticas económicas que responden a sus intereses, sino que nos dictan hasta la manera de andar. Sus expertos
consideran, con prepotencia, que quienes habitamos en los países subdesarrollados
somos intelectualmente subdesarrollados, incapaces de comprender nuestros problemas y que ellos tienen autoridad técnica y moral para decirnos lo que debemos hacer. En el caso de la educación lo hacen con herramientas teóricas deleznables y cargadas de una ideología inadmisible.
El éxito de los colonizadores exige, como lo mostró Frantz Fanon hace más de medio siglo, la colaboración de las élites de las colonias. Ese papel lo cumplen con entusiasmo nuestros actuales colonizados gobernantes. La influencia del Banco Mundial en las políticas de los gobiernos es un hecho. Las definiciones de este banco determinan incluso las políticas adoptadas por otros organismos internacionales y nacionales que influyen en la educación mexicana. En el caso concreto del pago por resultados a los maestros, Peña Nieto anunció desde su campaña por la Presidencia que se aplicaría este criterio, y su gobierno avanza con insensatez en esa dirección.