Londres, 24 de junio.

Con frecuencia, la etiqueta para el público en los conciertos de música clásica es algo tan fascinante de observar como el concierto mismo. No aplaudir entre movimientos. Toser entre movimientos; de hecho, mientras más fuertes las toses entre movimientos, más reveladoras de que el que tose es aficionado a la música.

El estudiadamente radical festival Proms de Bristol ha hecho un esfuerzo decidido por sacudir la forma de asistir a conciertos de música clásica y alentar a un público pop joven a abolir la vieja etiqueta. Aplaudan cuando quieran. Que haya interacción en el público, pantallas al estilo de los conciertos de música pop (estupendo, por fin veremos la cara del director) y, de vez en cuando, espectáculos de luz y rayos láser.

Sin embargo, hasta los radicales tienen que contener su falta de inhibiciones. Surfear sobre el público sinfónico se antoja ir un poco demasiado lejos, y además es peligroso. Sin embargo, sacudir la tradición de los conciertos para atraer nuevos públicos es un cambio muy necesario. Que la gente aplauda si se entusiasma. Que pongan grandes pantallas. Vayamos más lejos: qué bueno sería que los directores hablaran al público y presentaran la música. El gran arte no tiene por qué disfrutarse en silenciosa solemnidad.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya