a Luz del Mundo es una corporación religiosa nacida en Guadalajara en 1926. En la actualidad cuenta con más de seis millones de fieles; la mayoría está en México, Estados Unidos y en otros países de América Latina. Además, en menores cantidades los hay en España y otras naciones, hasta llegar a 50.
En el caso de México, supera con creces a todos los credos, con excepción del católico. Tan es así, que la jerarquía romana jalisciense ya ha dado muestras de preocupación por la existencia de aquella Iglesia, pues sus nuevos adeptos –además de quienes ya nacen dentro de su propia comunidad– proceden mayormente del catolicismo.
El centro neurálgico de dicha Iglesia se encuentra en Guadalajara, en una colonia llamada Hermosa Provincia, que tiene ya 60 años de existir. Pero no es la única donde viven juntos miembros de dicha grey. Hay en la misma ciudad más de 40 templos.
El principal y mayor de ellos, consagrado en 1992, puede recibir 12 mil personas bien sentadas. Ello provocó que el cardenal Juan Sandoval, hasta hace poco arzobispo de Guadalajara, emprendiera la construcción de una enorme basílica de los Mártires
que, cuando se termine, se supone que dispondrá de un aforo mayor. Lo malo es que algunas dificultades, como un fraude suculento, han retrasado sobremanera la obra.
El credo de la Luz del Mundo está apegado a los principios básicos del cristianismo, pero no ha sido esto lo que ha llamado poderosamente la atención de este articulista agnóstico, sino su enorme capacidad de provocar la redención social de todos sus fieles, quienes, por el solo hecho de serlo –siempre y cuando pongan el empeño necesario– tienen garantizados los mínimos de vivienda, salud y educación que reclama la dignidad humana y que constituyen un derecho que incluso debería ser una garantía de la Constitución.
Su acatamiento a la autoridad y las leyes es cabal. De hecho, a sus fieles no hay quien los objete por no ser ciudadanos ejemplares; no obstante, convencidos como están de las bondades del laicismo social y del respeto al derecho ajeno, cuando los gobiernos mexicanos de la Docena trágica empezaron a arremeter contra los principios de constitucionales de la educación, la iglesia de la Luz del Mundo emprendió una pacífica movilización para enfrentarlos.
En estos momentos están celebrando 50 años de ministerio de su actual director, don Samuel Joaquín Flores, y el balance de su gestión resulta impresionante. Además del incremento referido se puede hablar de escuelas, hospitales, universidades, centros recreativos, bibliotecas, instalaciones deportivas y demás que, en su conjunto, constituyen una estructura inconmensurable.
Su fundador fue Aarón Joaquín, quien falleció precisamente en 1964. Él echó a andar el vehículo, superando enormes contratiempos e incluso agresiones de aquellos tapatíos derrochadores de cristerismo e intolerancia. Fue sucedido por su hijo, quien ha hecho gala de una enorme entrega a su causa y de grandes dotes de organizador y promotor, con lo que su Iglesia ha llegado a un gran nivel social, además de adquirir una fuerte inercia que permite asegurar que el desarrollo acelerado continuará.