o se trata del análisis del resultado del partido de futbol, en que el empate efectivamente supo a victoria. En otros campos también existe competencia entre México y Brasil. Uno de estos es la disputa por evidenciar que para los inversionistas extranjeros somos una economía más atractiva que la brasileña. Esta disputa ocurre en niveles gubernamentales y empresariales. Evidentemente no involucra a la gente. El regreso del PRI a la Presidencia de la República y su capacidad política para construir un espacio de discusión con propósitos legislativos, el Pacto por México, que pronto dio frutos, permitió que los publicistas del gobierno impulsaran la idea del momento de México
. Compraron espacios en revistas internacionales, en las que se llamó a Peña Nieto el salvador de México
. Para impactar se buscó contrastar a la economía mexicana con la brasileña.
Por eso, y también por razones internas, el ex presidente Lula da Silva decidió rebatir la supuesta ventaja mexicana en la competencia con Brasil. Su opinión es la de un militante de izquierdas que ha tenido relación con diversas personas en nuestro país durante mucho tiempo, lo que le permite tener una visión amplia de lo que ocurre. En los últimos años, visitó México contratado por importantes empresas para hablar en la Convención Bancaria y ante la Junta de Accionistas de BBV. En esas reuniones dio cátedra sobre los beneficios económicos de colocar en primer lugar la atención a las necesidades de los que menos tienen. Pese a que el público no le era favorable políticamente, convenció.
El gobierno del propio Peña Nieto lo trajo a México para supervisar el arranque de su programa social de mayor relevancia: la Cruzada contra el Hambre. En buena medida, el Gobierno Federal se propuso reproducir el importante programa brasilero Hambre Cero, creado durante la gestión de Lula. Conoció el planteo oficial, pero también escuchó otros puntos de vista. Entendió que el programa priísta no tenía nada en común con el implementado por él. En Brasil fue parte de un proyecto de gran envergadura para convertir a los trabajadores en una fuerza impulsora del crecimiento, gracias a aumentos salariales que dinamizaron la demanda agregada. En México se trataba de un programa que, pese a su importancia, no impulsaría la demanda interna.
Pese a esto, se insiste en que México ocupará en el concierto mundial el lugar que Brasil ha conquistado por sus buenos resultados. El gobierno mexicano no puede mostrar buenos resultados. Al contrario, han reconocido que la mediocridad de la economía dura más de 30 años. Pero han dedicado insistentes esfuerzos para convencer a inversionistas mexicanos y extranjeros que todo va a cambiar, porque ellos tienen operadores políticos capaces de lograr reformas trascendentes. Para la visión oficial sobre nuestro desempeño, la economía del país no ha podido crecer durante treinta años porque hacía falta cambiar a profundidad la estructura de la economía
. El avance nacional se evidencia, de acuerdo con esa visión, ya que se logró que las principales fuerzas políticas del país impulsaran reformas en educación, telecomunicaciones, energía, sistema financiero y en materia fiscal.
Este supuesto avance es, precisamente, el que ha cuestionado Lula. Con la reforma energética se han dado pasos para modificar la estructura de propiedad de la industria petrolera nacional, lo que difícilmente redundará en una mejora de la capacidad de crecimiento del país. Así que habrá que demostrar en los próximos años que el desempeño económico mejorará sensiblemente. Mientras tanto las diferencias entre Brasil y México siguen siendo significativas, y les favorecen. Es cierto que enfrentan problemas sociales severos, que se han mostrado en las últimas semanas. Pero también lo es que siguen siendo un referente en la economía global y en América Latina.
Así las cosas en futbol hemos empatado con ellos, pero económica y políticamente nos llevan una ventaja que no recuperaremos con este gobierno.