Jóvenes con derechos
Víctimas del neoliberalisno
Ley, todo un reto
unque sólo fuera una de las muchas buenas intenciones de las que echan mano los legisladores para mantener la conciencia tranquila, lo que se acaba de aprobar en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal merece atención, apoyo y, por tanto, reconocimiento.
Se trata, desde luego, de la ley por la que se reconocen una serie de derechos a los jóvenes, que se han convertido en uno de los flancos más débiles de la sociedad, y sin lugar a dudas el sector más castigado por el sistema neoliberal.
Entre la gente joven la sensación de que no hay futuro es una visión constante, y parece que los sumerge en la idea de que nada es importante, de que no hay nada por lo que se deba luchar, y que no hay remedio a esta forma de vida que los ha marginado.
Hasta ahora, cerca de 60 por ciento de los desempleados en esta ciudad son jóvenes, que no tienen ninguna oportunidad de empleo, y la situación se vuelve más crítica cuando se sabe que de cada 10 defeños, tres son jóvenes entre 14 y 29 años de edad.
Para ser más explícitos: en la ciudad de México habitan cerca de 2 millones y medio de personas consideradas jóvenes, y a una cantidad muy importante no les interesa casi nada. Basta con decir que por ahí de 20 por ciento de ese total de población están considerados dentro del grupo de los ninis.
La situación deberá considerarse como de emergencia
, y por ello es que ahora se aprobó una ley que los proteja, que les ofrezca la posibilidad de ser atendidos en caso de sufrir alguna enfermedad; pero además, lograr un primer empleo, cosa que de cumplirse cambiaría de forma drástica la visión de estos jóvenes.
Si esas dos muy importantes condiciones de la vida de los chavos se pudieran cumplir completamente, es casi seguro que la visión de futuro del país, también, tendría que escribirse de muy diferente manera, y sólo quedaría como asignación pendiente la educación, que también está dentro de las garantías que les ofrece el gobierno.
En este último punto es importante destacar que para que logre ofrecer educación gratuita y laica se tendrán que realizar algunos convenios con escuelas como la UNAM, donde cada vez es menor la capacidad de recibir nuevos estudiantes, o bien hacer que la UNAM u otras instituciones de educación pública se expandan para cumplir con esa parte de la nueva ley.
Difícil, por no decir imposible, será convencer a los señores del dinero de que deben invertir en el futuro. Plantearles que se deben crear empleos como dique que frene las olas delincuenciales que azotan por todos lados al país parece misión imposible, porque todo lo que huela a la doctrina Keynes, como el empleo total, ha sido desechado por los artífices del neoliberalismo.
Así pues, esta ley de derechos para los jóvenes parece tan buena que no suena real. Si se logra, entonces tendremos que considerar a la administración de Miguel Ángel Mancera y a los miembros –no todos, desde luego– de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal como unos de los mejores y más importantes políticos para la vida de esta ciudad y de todo el país, sin duda.
De pasadita
Y ya que andamos por ahí, déjenos platicarle que en eso de la educación, el líder de la ALDF, Manuel Granados, que no hace mucho recibió el grado de doctor en administración pública por el INAP, recibió también un reto del rector de la UNAM, José Narro, para que obtenga, por esa casa de estudios, el mismo grado, pero ahora en derecho constitucional. ¿La hará?
Por último, en Iztacalco cuentan los empleados de estructura
que la jefa delegacional, Elizabeth Mateos, los lleva a lo oscurito, les quita, momentáneamente, los celulares o cualquier instrumento que pudiera dar fe de lo que les anuncia, y les pide el diezmo para la campaña de Carlos
, su compañero, a quien ella quiere heredar el puesto.
Lo peor es que a los empleados que no están en lo que llaman estructura no les ha pagado hace cuando menos cuatro quincenas. ¿Será que sin querer esos trabajadores ya cooperaron? Si eso es verdad, qué poca sensibilidad tiene la autoridad de esa demarcación