¿O
tra vez el exilio español?
Tal fue un comentario de un distinguido miembro del PAN, al saber del reciente homenaje que le hicimos a Gilberto Bosques en la magnífica sede de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco, que depende de la Universidad de Guadalajara… Tal parecía que el hombre estaba ya harto del tema. Alguien, reconocido por todos como miembro de las líneas tricolores, le reviró que no era de esperarse otra actitud de quienes, como los blanquiazules, le han movido la cola con tanta abyección a los neofranquistas que hoy gobiernan España, aunque no pueden hacerlo con todo el despotismo salvaje con que lo hizo antaño su líder espiritual, el general Franco…
La discusión entrambos continuó y los demás presentes nos quedamos con la certeza de que aún estaba viva aquella confrontación que, hace 75 años, dio pie al río de sangre española,/ de generosa sangre desbordada
(dijo Pedro Garfias), que empezó a llegar a México entonces, precisamente en ese viejo barco de nombre rumano de larga y amarga historia
(Manuel Andújar), aunque de nacionalidad francesa y alquilado con lana de cuáqueros, trabajadores ingleses, restos de la economía republicana española e impuestos del pueblo mexicano.
Lo cierto es que aquel barco, que zarpó en Sête el 26 de mayo de 1939, significó el principio del exilio, y traía un cargamento de inteligencia y cultura pocas veces reunido en una sola nave. Luego vendrían 50 o 60 mil refugiados más, aunque algunos autores pretenden imponer cortapisas burocráticas tal vez con el ánimo de minimizar el enorme valor de la ayuda mexicana.
En España, mientras tanto, al amparo del caudillo de España por la gracia de Dios
se llenaba de oprobio a los que hallaron refugio aquí, mismo que salpicó también al gobierno y al pueblo de México. Lo cierto es que les hicieron lo que el viento a Juárez
y, a la larga, se volteó el chirrión por el palito. Los españoles de aquí ganaron todo el prestigio que perdieron quienes partían el queso allá y, como se dice, la historia ya ha emitido su sentencia y ha establecido categóricamente quiénes fueron los hijos de la tal por cual.
Aun con su padecimiento y enormes pérdidas, el exilio salió ganador, aparte de que pudieron vivir en México en condiciones mucho mejores que, incluso, las de muchos vencedores de allá. No digamos que las de los perdedores que no quisieron o no pudieron salir.
El día 13 de junio próximo se conmemorará el 75 aniversario del arribo del Sinaia al puerto de Veracruz y de su apoteósica recepción por parte de los jarochos.
¿No sería esta una buena ocasión para que los descendientes de aquellos refugiados, hayan venido en el Sinaia o después, reflexionen sobre su propia conducta y si ésta ha sido digna de lo que significó el exilio y la confianza que en ellos depositaron el gobierno y el pueblo mexicanos en aquel entonces. Sabemos de algunos que más bien se pasaron al lado de los enemigos de otrora y seguramente hay muchos más.
A la memoria de mi maestro José Gaos