Misceláneas y tiendas de abarrotes acumulan en lo que va del año una caída en sus ventas que oscila entre 16 y 25 por ciento, según la región del país donde operan, atribuible al estancamiento económico, pero también a consecuencia de la reforma fiscal que encareció los refrescos y la mayoría de los productos calóricos que venden, aseveró Cuauhtémoc Rivera, dirigente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) que cuenta con 75 mil afiliados.

Al adelantar a La Jornada parte de los resultados de una encuesta que la organización aplicó a sus agremiados, Rivera sostuvo que si el objetivo de los nuevos impuestos que entraron en vigor este año –un peso por litro de refresco y 8 por ciento del impuesto especial de producción y servicios (IEPS) para productos con alto contenido calórico– es abatir su consumo como una medida contra la obesidad entre la población, sólo se ha registrado un rotundo fracaso porque la gente no ha dejado de ingerirlos.

Sólo se han modificado las pautas de consumo, ya que la gente, por ejemplo, compra presentaciones más grandes de refrescos por ser más baratos y ha optado por botanas y dulces genéricos; es decir, sin marca, que atentan contra las empresas establecidas y la salud de los consumidores porque carecen de control sanitario. Se ha hecho frecuente ver a vendedores de papas, cacahuates o frituras en cada esquina, despachando a granel. Algunos, literalmente, llevan su mercancía en carretillas, comentó.

A consecuencia de ello, alertó que el comercio informal se ha incrementado 10 por ciento, en gran medida por pequeñas tiendas que han optado por esta vía ante la carga de impuestos y cuyo número, aseveró, crecerá más, una vez que el año próximo se concreten los cambios fiscales para quienes hasta el sexenio pasado tributaban bajo el régimen de pequeños contribuyentes (repecos).

La encuesta de la ANPEC, que se dará a conocer la próxima semana, se aplicó en más de mil puntos de venta del Distrito Federal, Monterrey y Guadalajara, con 45 reactivos para los comerciantes y 18 para consumidores sobre el comportamiento del consumo, las ventas e incluso del empleo, así como del impacto fiscal en el sector a cinco meses de que entraron en vigor los nuevos impuestos, detalló Cuauhtémoc Rivera.

Destacó que además de la caída de las ventas por la situación económica y fiscal, aunada a la inseguridad en diversas zonas del país, el cambio de los patrones de consumo favorece la informalidad. Y eso nos pega a todos: al Estado que no recauda, a los comerciantes establecidos por la competencia desleal y a los consumidores porque por comprar más barato adquieren productos de baja calidad que incluso pueden atentar contra su salud, dijo.