Sábado 31 de mayo de 2014, p. a16
El centenario de La Consagración de la Primavera y el bicentenario de Wagner trajeron cauda vertiginosa de creaciones artísticas cuyo flujo no cesa en cascada.
Bajo el sello intergroove Classics circula una joya: Wagner transformed. A project by J. Peter Schwalm.
El joven Schwalm (Frankfurt, 1970) es una de las estrellas del reino de la música electrónica en Alemania, vasto territorio donde el género ambient, creado por el compositor Brian Eno (Reino Unido, 1948), ha germinado.
Precisamente Brian Eno estelariza las colaboraciones en este álbum, merced a la amistad y el trabajo en equipo que ha buscado y cultivado con el músico alemán desde que lo escuchó en un concierto, hace ayeres.
El equipo se completa con Eivind Aarset (Noruega, 1971) en alucinógena guitarra y la hermosa Christine Schültze (Hamburgo, 1981) en piano, por cierto lo mejor de todo el disco: logra desde el teclado una transformación –que es el objetivo del proyecto entero–, de la célula motívica principal de Parsifal,en el corte 3, donde la melodía infinita, ese invento genial de Wagner, se elonga, se extiende, se retuerce, se eleva. Se funde orbitalmente más allá del subconsciente, que es el propósito central de la música ambient.
Y ya que mencionamos este logro, procede mencionar que al escuchar este disco uno no puede disociarlo, sin que los autores respectivos se hayan puesto de acuerdo,del filme maestro de Lars vonTrier: Melancholia, donde el cineasta danés realiza un procedimiento artístico similar al que los músicos hicieron de este álbum: transformar, convertir, alcanzar epifanía.
La estrategia de Lars von Trier consiste en elongar, extender, con el recurso de la melodía infinita, una acción del subconsciente.Las escenas en cámara lenta no son otra cosa que la melodía infinita que inventó Wagner y el filme entero se convierte en un dechado de arte operístico.
El equipo multinacional que hizo el disco que ahora nos ocupa también extiende, elonga, transforma bajo los designios wagnerianos. El arte total,la aspiración y logro máximo de don Richard, es en realidad el transmedia, el multimedia, el arsenal tecnológico que hoy está al servicio de la música. Entender de esa manera la música electrónica, presa de prejuicios y próxima a los compartimentos estancos, permite expandir, elongar, extender, transformar la experiencia de escuchar música.
Células motívicas de la ópera Sigfrido abren el disco para dar paso a un título tan contundente como lo que suena en el corte segundo: Tristan&Isolde: Clusterphobia,en clara proximidad a Melancholia.
En los cortes siguientes y durante las primeras veces que escuchamos este disco, se sucede una especie de trivia involuntaria, donde adivinamos los temas motívicos de Parsifal, Tannhäuser y las óperas ya mencionadas, material suficiente para este trabuco en pos de la transfiguración. Que logran.
Como no existen las casualidades, sino las causalidades, en los estantes de novedades discográficas esplende otro ejemplar de la misma especie: Schiller Opus, primera obra del subsello Panorama, que creó la máxima disquera del orbe, la Deutsche Grammophon, precisamente para el cultivo de la música electrónica.
Schiller se titula el proyecto del músico alemán Christopher von Deylen (Baja Sajonia,1970) y Opus es el octavo disco de la serie.
Schiller Opus aglutina 15 tracks, cinco de los cuales son colaboraciones de igual número de estrellas de la Deutsche Grammophon: en orden de aparición, la pianista Helene Grimaud, quien despacha una versión intensa, adornada con efluvios electrónicos, de la primera Gimnopedia de Erick Satie, quien es por cierto el verdadero fundador de todos los movimientos que han revolucionado la música desde entonces. Así lo reconoció otro papá de todos los pollitos: JohnCage (1912-1992), quien fue uno de sus máximos admiradores y elongadores del legado del gran compositor francés.
Albrecht Mayer, quien es el oboísta principal de la Filarmónica de Berlín, consigue el mejor track del disco, el 3: un retrabajo interesante de El Lago de los Cisnes de Chaikovski.Anna Netrebko canta enseguida la Solveig’s Song, Lang Lang contribuye en Time for Dreams y Helene Grimaud regresa para la Rapsodia sobre un tema de Paganini, de Rajmaninov.
¿Lo mejor del disco? La breve Promenade de los Cuadros de una Exposición de Rimski.
He aquí, por lo pronto,una elongación, extensión, una manera diferente de escuchar música.