Totalmente verde
EPN consigue empatar
Futbol y leyes secundarias
Brasil, por ejemplo
a cancha fue el patio central del Palacio Nacional. Los uniformes consistieron en trajes negros diseñados por Ermenegildo Zegna y corbatas de color verde. El anfitrión, presunto director técnico nacional, abanderó a la selección mexicana de balompié profesional, pronunció esforzados lugares comunes de competitividad deportiva (exhortos tácticos tan profundos como ningún jugador es tan bueno como todos juntos. Jueguen como equipo y ganen
) y aprovechó a esos eventuales titanes de la próxima Copa del Mundo (eso es lo que espera México, que por amor a su país sus integrantes se conviertan en titanes para conquistar la victoria
, les dijo, recordando palabras de una integrante de las Bayonetas de Puebla, campeonas infantiles de baloncesto) para acomodar el discurso oficial del nuevo México destinado a ganar (es momento de escribir una nueva historia, de lucha, de pasión y de triunfo; representan a una nueva generación de mexicanos, con confianza en sí mismos, jóvenes que asumen su responsabilidad, acostumbrados a triunfar frente a los mejores del mundo
, oh, sí).
Al final, luego que los emocionados jugadores, encabezados por Miguel Herrera, el estrambótico entrenador con apodo de insecto hemíptero, le entregaron su camiseta con el número uno, el muy contento medio mexiquense (es decir, que juega en esa línea, ni adelante ni atrás, sino todo lo contrario) se declaró Totalmente verde. El júbilo del lic. Peña Nieto tiene motivos más que suficientes. La selección mexicana de futbol es uno de los negocios que maneja principalmente Televisa, como sublimación de ese batidillo de intereses en el que mediante un pacto de caballeros
conviven el consorcio dirigido por Emilio Azcárraga Jean, el Grupo Azteca de Ricardo Salinas Pliego y ahora, con una porción creciente, la alianza formada por Carlos Slim y Jesús Martínez (León, Pachuca y Estudiantes Tecos, que podría ir a Zacatecas si el gobierno estatal ayuda lo suficiente).
Pero aun cuando esa selección de futbol mercantilizado llegara a perder, escandalosa o moderadamente, pero derrotada al fin, en su asomo al Mundial que se jugará en Brasil, el antes mencionado medio mexiquense (¿de contención, con aires represores?, ¿ofensivo, con sus reformas?, ¿qué tipo de medio, pensarían los lectores?) ya ha conseguido un empate que para él es victoria. El proceso final de aprobación de las leyes reglamentarias correspondientes a la reforma energética se dará en un calendario cómodamente acompasado a las fechas mundialistas y en especial al angustiado tránsito del Tri por ellas.
No hay en el horizonte nada que parezca capaz de frenar el curso de ese formulismo legislativo aceptado por las distintas fuerzas partidistas, incluso de manera sesgada por el PRD, confortablemente instalado en un perfil opositor de utilería. Morena, que fracasó notablemente en diciembre pasado a la hora de intentar cercos y acciones contra la reforma constitucional en la materia, sigue enfrascada en la construcción de su proyecto electoral. Aun así, al interés de Los Pinos conviene reducir lo más posible la atención del segmento nacional crítico a los entretelones y el desenlace del reformismo energético en leyes secundarias.
A diferencia de lo que sucede en México, donde algunos segmentos de la oposición de izquierda suelen tratar de explicar apatía e insuficiencias calificando de distractor
y cortina de humo
el ejercicio deportivo mundial que tiene como instrumentos doctorales los pies, en la sudamericana sede de la cita de esta ocasión se han multiplicado las protestas sociales, con una enjundia que coloca en un nicho el futbol en sí (aunque afectándolo también, amenazando incluso con tratar de impedir los juegos globales) y en otro los problemas económicos, el despilfarro gubernamental y la desatención a las necesidades mayoritarias. Los brasileños están confirmando que el deporte en sí, y en particular el futbol, por más comercializado que esté, no anulan ni aminoran la conciencia social.
En México, en cambio, con mundial o sin él, con enajenación
balompédica o sin ella, hasta ahora no hay ningún viso de protesta social vigorosa en contra de la grave entrega de los recursos energéticos nacionales a firmas extranjeras y a la corrupción política nativa, ni en contra del catálogo diario de abusos, aberraciones y burlas que desde los poderes constituidos se cometen contra una población con aspiraciones de ganar medallas o trofeos relacionados con la paciencia colectiva (para usar un eufemismo) que ya se va convirtiendo en récord mundial.
Ayer mismo, Peña Nieto participó en la clausura de la reunión anual de consejeros de BBVA Bancomer, el banco cuya matriz española se regocija con la obtención de altos dividendos de su sucursal mexicana, conseguidos aquí mediante la prestación de servicios lentos y complicados, siempre con la desventaja para el cliente al que se maltrata cotidianamente en sus oficinas y sistemas electrónicos de atención al público. El hombre que ahora se ha declarado portador entusiasta de la verde (es decir, de la camiseta del Tri) elogió ampliamente a ese banco (uno de sus directivos, henchido de fervor patrio, convocó a entrarle a los negocios derivados de las reformas del sexenio, a no arrugarse
), algo mencionó sobre presuntos apoyos crediticios a pequeñas y medianas empresas y reiteró la cantaleta de los grandes tiempos por venir cuando las susodichas reformas se vuelvan paradisiaca realidad, hoy por hoy con los asombrados ojos del mundo entero sobre los logros tan importantes (aunque sólo sea en el papel, y ya ni en éste, pues los recientes reportes sobre la actividad económica mexicana han resultado negativos y preocupantes).
Y mientras el crítico y recesivo secretario de Hacienda, Luis Videgaray (otro patriota que considera que el país y su reforma energética no deben frenarse por el Mundial, faltaba más), asegura que el país no está en crisis ni en recesión, ¡hasta mañana, con la PGR investigando la fuga de tres colaboradores de El Chapo de un penal de Sinaloa, sin que entre ellos fuera el suegro del capo en jefe!
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