Lo único que una mujer necesita es que le den la oportunidad de mostrar que es capaz de hacer las cosas tan bien como cualquier hombre, asegura con una sonrisa Gwen Bingham, una de dos generales del ejército de Estados Unidos que es además comandante y la primera afroestadunidense en ocupar el cargo de intendente general y comandante de la Escuela de Intendencia del Ejército de su país en el Fuerte Lee, Virginia, así como el de comandante general del campo de misiles White Sands, Nuevo México.

Esposa, hija, madre, hermana, la menuda general mayor ha logrado en más de 30 años de carrera militar balancear sus responsabilidades familiares y militares, aunque reconoce que en su país el ascenso de las mujeres a los más altos rangos de la estructura castrense es producto de una evolución, porque las cosas no siempre fueron como hoy. No puedo decir que sufrí discriminación por mi condición de mujer o por ser afroestadunidense. Lo que sí pasó es que muchos compañeros pensaron que yo no podría estar a la altura, pero al final terminaron viéndome como una igual, dice.

Invitada por la Universidad Nacional Autónoma de México para compartir con mujeres de los ejércitos mexicano y canadiense sus experiencias y expectativas en la carrera militar, Bingham, graduada con honores en administración de empresas en la Universidad de Alabama y con maestrías en administración en la Universidad Central de Michigan y en estrategia y recursos en seguridad nacional de la Universidad de Defensa Nacional, dice a La Jornada que el Ejército Mexicano ha empezado a dar pasos en favor de la promoción de las mujeres en espacios tradicionalmente reservados a los hombres.

En el Ejército Mexicano las únicas mujeres con rango de general son las de servicio, como médicas y dentistas. Sólo las que se mantengan como pilotos en la Fuerza Aérea podrán aspirar finalmente al grado de general de arma, como Bingham.

Si se da a una mujer la oportunidad y luego a 10, a 100, de hacer el trabajo, muchos quedarán sorprendidos de que lo puede hacer. Pero primero hay que pensar positivamente y darles la oportunidad de poner un primer pie en la puerta y de empezar a construir con ellas una situación de confianza. Eso es una forma positiva de pensar; tienes que tener un estado mental positivo para creer que las mujeres pueden contribuir tan bien como lo hacen los hombres. Si no les damos esa oportunidad, nunca se podrán dar cuenta de que pueden ser soldados exitosas, insistió.