l pasado 20 de mayo se reunió nuevamente el Consejo General de Investigación Científica, Desarrollo Tecnológico e Innovación. Esto es en sí mismo un acontecimiento relevante, pues dicho Consejo –el cual legalmente debe ser encabezado por el presidente de la República– se había convertido en algo inexistente a causa del desdén y menosprecio de las anteriores administraciones por la investigación científica y tecnológica. Se trata entonces de una noticia positiva, ya que el órgano máximo en este sector, de acuerdo con la Ley de Ciencia y Tecnología, no solamente está vivo, sino en plenas funciones.
El Consejo se reunió el martes pasado para aprobar un documento muy esperado: el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación 2014-2018 (PECITI), al que en un acto posterior realizado ese mismo día en Los Pinos (en el que se anunciaron diversas reformas legales en esta materia), el presidente Enrique Peña Nieto se refirió como “(…) una hoja de ruta para que este sector pueda alinear los esfuerzos con las dependencias y entidades del gobierno de la República, con los gobiernos estatales, así como el de las empresas que realizan o apoyan la investigación científica o la innovación. A través de este programa, fomentaremos la vinculación con el sector productivo, el desarrollo regional y la formación de mayor capital humano de alto nivel”.
Se trata, ni más ni menos, que del programa para la ciencia en lo que resta del sexenio, el cual, una vez que sea publicado en el Diario Oficial, quedará a disposición de los especialistas e interesados para su análisis. Por lo pronto, el doctor Enrique Cabrero Mendoza, director general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), destacó algunos aspectos de este documento, uno de los cuales se refiere al gasto en ciencia:
“Se confirma –dijo– el compromiso de este Gobierno de llevar a México a un nivel de inversión en ciencia y tecnología del uno por ciento del producto interno bruto (PIB), y poner así a México en la ruta hacia una sociedad y economía basadas en el conocimiento”. Aunque se ha hablado mucho sobre este tema, reafirmar la citada promesa a la hora de anunciar el programa nacional de ciencia y tecnología del sexenio es a mi juicio algo muy importante.
En esa ceremonia también habló el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien actualizó algunos datos acerca del gasto en este sector. Señaló que la inversión en ciencia y tecnología pasó de 0.43 por ciento en 2012 a cerca de 0.5 por ciento del PIB en 2014. Sin intentar minimizar el esfuerzo realizado hasta ahora, lo anterior significa que si bien el gasto se encuentra en ascenso (con un aumento aproximado de siete centésimas) todavía estamos en una franja muy pobre y habrá que realizar esfuerzos extraordinarios para lograr la meta del uno por ciento. ¿Es factible alcanzar este objetivo?
El secretario de Hacienda aclaró, como lo han venido haciendo otros funcionarios, que la meta se refiere a la inversión conjunta de los sectores público y privado. Si suponemos que se mantiene la tendencia actual de crecimiento, para 2018 se alcanzaría alrededor de 0.8 por ciento del PIB. El gobierno puede comprometerse con sus propias acciones, pero no se puede comprometer a nombre del sector privado, el cual no sabemos cómo va a reaccionar en el futuro inmediato. Entonces el 0.2 por ciento faltante tendría que salir de algún lado. Significa que tiene que aumentarse el ritmo de crecimiento del gasto gubernamental, el del gasto privado, o ambos.
Pero lo que no puede suceder, es un estancamiento o una caída de la inversión, pues eso impediría alcanzar la meta a la que se ha comprometido el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.