El extinto ‘‘holograma’’ ya no era necesario, expresa
Lunes 26 de mayo de 2014, p. 3
‘‘Estas serán mis últimas palabras en público antes de dejar de existir’’, anunció el subcomandante Marcos este fin de semana en el caracol zapatista de La Realidad, durante el homenaje a Galeano, base de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) asesinado en dicha comunidad el 2 de mayo.
De ‘‘botarga’’, ‘‘holograma cambiante y a modo’’ y ‘‘distractor’’ con un ‘‘repertorio’’ calificó el subcomandante al ‘‘personaje Marcos’’, quien hasta ahora fungía como vocero del EZLN. Después de la Escuelita Zapatista ‘‘Por la Libertad’’, en meses pasados, los rebeldes determinaron que el personaje ‘‘ya no era necesario’’. En cambio pensaron ‘‘necesario que uno de nosotros muera para que Galeano viva. Y para que esa impertinente que es la muerte quede satisfecha, en lugar de Galeano ponemos otro nombre para que él viva y la muerte se lleve no una vida, sino un nombre solamente, unas letras vaciadas de todo sentido, sin historia propia, sin vida. Así que hemos decidido que Marcos deje de existir hoy’’.
Declaró asimismo: ‘‘Ni estoy ni he estado enfermo, ni estoy ni he estado muerto. O sí, aunque tantas veces me mataron, tantas veces me morí, y de nuevo estoy aquí. Si alentamos esos rumores fue porque así convenía. El último gran truco del holograma fue simular enfermedad terminal, e incluso todas las muertes que ha padecido’’.
Los albores de 1994
Al rememorar los primeros días de 1994, después del alzamiento del EZLN, Marcos reconoció ante ‘‘medios libres’’ presentes en el caracol de La Realidad: ‘‘Apenas unos días después, con la sangre de nuestros caídos aún fresca en las calles citadinas, nos dimos cuenta de que los de afuera no nos veían. Acostumbrados a mirar desde arriba a los indígenas, no alzaban la mirada para mirarnos. Acostumbrados a vernos humillados, su corazón no comprendía nuestra digna rebeldía. Su mirada se había detenido en el único mestizo que vieron con pasamontañas; es decir, que no miraron. Nuestros jefes y jefas dijeron entonces: ‘Sólo ven lo pequeño que son, hagamos a alguien tan pequeño como ellos, que a él lo vean y por él nos vean’. Empezó así una compleja maniobra de distracción, un truco de magia terrible y maravillosa, una maliciosa jugada del corazón indígena que somos, la sabiduría indígena desafiaba a la modernidad en uno de sus bastiones: los medios de comunicación. Empezó entonces la construcción del personaje llamado Marcos’’. De este modo, ‘‘el personaje fue creado y ahora sus creadores, los zapatistas y las zapatistas, lo destruimos’’.
Describió la inicial ‘‘decisión difícil’’ de transitar de la guerra a la construcción pacífica de la autonomía. ‘‘Cualquiera puede ver ahora si el nuestro es un ejército que suplante o impone. Y debo decir esto, que ya he pedido la autorización del compañero subcomandante insurgente Moisés para hacerlo: nada de lo que hemos hecho, para bien o para mal, hubiera sido posible si un ejército armado, el Zapatista de Liberación Nacional, no se hubiera alzado contra el mal gobierno ejerciendo el derecho a la violencia legítima. La violencia del de abajo frente a la violencia del de arriba. Somos guerreros y como tales sabemos cuál es nuestro papel y nuestro momento. La madrugada del día primero del primer mes del año de 1994, un ejército de gigantes, es decir, de indígenas rebeldes, bajó a las ciudades para con su paso sacudir el mundo’’.
La guerra no empezó entonces. Lo había hecho ‘‘siglos antes’’. Lo que se inicia en 1994 ‘‘es uno de los muchos momentos de la guerra de los de abajo contra los de arriba, contra su mundo, por la humanidad y contra el neoliberalismo’’. En los zapatistas se impuso la demanda de ‘‘vida’’ en contra de la muerte. Contra el silencio, la palabra y el respeto. Contra el olvido, la memoria. ‘‘Elegimos. Y en lugar de dedicarnos a formar guerrilleros, soldados y escuadrones, preparamos promotores de educación, de salud, y se fueron levantando las bases de la autonomía que hoy maravilla al mundo’’.
¿Un fracaso?, se preguntó, acerca del movimiento del EZLN. ‘‘Dicen por ahí que no hemos logrado nada para nosotros. No deja de sorprender que se maneje con tanto desparpajo esta posición. Piensan que los hijos e hijas de los comandantes y comandantas deberían disfrutar de viajes al extranjero, de estudios en escuelas privadas y luego de altos puestos en la empresa o la política. Que en lugar de trabajar la tierra para arrancarle con sudor y empeño el alimento, deberían lucirse en las redes sociales divirtiéndose en los antros, exhibiendo lujos’’.
Tal vez, agregó, ‘‘deberíamos, como los dirigentes de Cioac-H y de otras organizaciones campesinas, recibir privilegios y paga en proyectos y apoyos, quedarnos con la mayor parte y dejar a las bases sólo unas migajas a cambio de que cumplan las órdenes criminales que vienen de más arriba. Pero es cierto, no hemos logrado nada de eso para nosotros. Difícil de creer que, 20 años después de aquel ‘nada para nosotros’, resultara que no era una consigna, una frase buena para carteles y canciones, sino una realidad, la realidad’’.
Aludió al ‘‘relevo múltiple y complejo’’ ocurrido en el EZLN: generacional, de clase, raza, pensamiento. ‘‘Ahora están haciendo la lucha y dirigiendo la resistencia quienes eran pequeños o no habían nacido al inicio del alzamiento’’. En estos años, pese a la guerra, el avance de los pueblos ha sido ‘‘impresionante’’, dijo. Pero fue ‘‘hasta la sexta Declaración de la Selva Lacandona, la más audaz y la más zapatista de las iniciativas que hemos lanzado’’, que los rebeldes encontraron a ‘‘quien nos mira de frente y nos saluda y abraza, y así se saluda y abraza’’.
Del zapatista Galeano, a quien este fin de semana el EZLN dedicó un homenaje en La Realidad con la asistencia de miles de indígenas de los cinco caracoles y una numerosa caravana solidaria procedente de todo el país, dijo Marcos: ‘‘Fue un ser extraordinario y además, y esto es lo que maravilla, hay miles de compañeras y compañeros como él en las comunidades indígenas zapatistas, con el mismo empeño, idéntico compromiso, igual claridad y un único destino: la libertad’’.
Concluyó citando al ‘‘jefe y vocero del Ejército Zapatista de Liberación Nacional’’, el subcomandante Moisés: ‘‘Al asesinar a Galeano, o a cualquiera de los zapatistas, los de arriba querían asesinar al EZLN’’. En esta ocasión, el comunicado lo firmó, ‘‘desde las montañas del Sureste Mexicano’’, el subcomandante insurgente Galeano.