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La adaptación de esa obra de Shakespeare se presenta en el Teatro Julio Castillo

Escenifican Ricardo III con vértigo y alusión directa a la violencia en el país

La fidelidad, el amor y la obsesión del poder son tan actuales como hace cuatro siglos

Foto
La actriz Tamara Vallarta con un maniquí envuelto en plástico que simula el cuerpo de un ejecutado (arriba). Sobre estas líneas, a la izquierda, los actores David Haddad y Américo del Río cargan al ejecutado en el montaje de Ricardo III, con dirección y adaptación de Mauricio García LozanoFoto Pili Pala
 
Periódico La Jornada
Miércoles 21 de mayo de 2014, p. 4

Con referencia directa a la violencia actual en México y una representación vertiginosa por momentos, hace unos días se presentó a la prensa la obra Ricardo III, de William Shakespeare, con la dirección y adaptación de Mauricio García Lozano, que realiza temporada en el Teatro Julio Castillo.

Los cuerpos pendientes de sogas, envueltos en plásticos semitransparentes manchados de rojo, reflejaban las ejecuciones en esta obra del dramaturgo inglés, ambientada en la Inglaterra del siglo XV a pesar de utilizar vestuario actual y referir al presente de nuestro país, la cual se estrenó el pasado jueves.

Se trata de la historia de brutal ascenso al poder, efímera gloria y esperada caída del personaje que gobernó la nación europea y que, según la obra, se definía como mal acuñado, deforme, inconcluso y decidió ser un villano antes que dedicarse únicamente a ver la sombra de sus deformidades bajo el sol.

Diálogo con el presente

Con un lenguaje y elementos que de alguna forma dialogan con el presente, el montaje de la obra traducida por Alfredo Michel Modenessi tiene el contexto de las luchas por el trono y al mismo tiempo es una visión descarnada de la política donde la muerte elimina obstáculos y la condición humana se hace presente con sus vicios y virtudes.

El elenco integrado por Carlos Aragón, Paloma Woolrich, Jorge Zárate, Haydeé Boetto, Ricardo Esquerra, Sophie Alexander-Katz, Daniel Haddad, Tamara Vallarta y Assira Abbate, entre otros, realiza un montaje donde múltiples papeles son actuados por una sola persona en secuencias por momentos vertiginosas.

El escenario está formado por una estructura de madera al natural, con escaleras, puertas secretas, armarios, alacenas con funciones variables y trampillas en un recinto modificado para ser flanqueado por tres gradas, además de contar con dos balcones y donde los actores recorren los pasillos con libertad.

Otra de las referencias directas a nuestro país es un personaje de sombrero, chamarra de cuero y bigote, que profetiza: ¿Quién hay sabiendo que todo es una farsa no denuncia? Este mundo va muy mal y acabará como ruina, para luego encabezar una suerte de mitin partidista tradicional, con personas que llevan tortas, refrescos, naranjas, gorras, camisetas, cornetas y matracas, y piden al protagonista convertirse en el monarca.

El acto cuenta con discursos vacíos, esquemáticos, de manera oficiosa solicitan al Duque de Gloucester que asuma la verdadera y recta sucesión: su reinado, y termina con una tonada que recuerda a la Marcha de Zacatecas.

Ocaso de un rey

Unas enormes películas de plástico funcionan a la vez como cortinaje, telones, límites oníricos y paredes casi imaginarias en esta actualización de la obra que narra la pasión, el deseo de aceptación, la fidelidad, el amor y la obsesión por el poder, tan contemporáneos a pesar de haber sido escrita hace más de cuatro siglos.

Hacia el final, se hace presente la desesperación de un rey que se reconoce tan hundido en sangre que cualquier pecado engendra otro pecado.

La temporada de Ricardo III terminará el 3 de agosto en el Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque (Paseo de la Reforma y Campo Marte, atrás del Auditorio Nacional).

Las funciones se realizan jueves, viernes y sábado a las 19 horas y domingos a las 18 horas. Del 29 de mayo al 1º de junio se suspenden.