Nombra profesores eméritos a cuatro universitarios
Viernes 16 de mayo de 2014, p. 8
En la conmemoración del Día del Maestro, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reconoció la trayectoria y experiencia de 32 docentes con 50 años de labor académica.
En la ceremonia para festejar el 15 de mayo –encabezada por el rector José Narro Robles– también se nombró profesores e investigadores eméritos a cuatro destacados universitarios: Annie Pardo Cemo y Gerardo Hebert Vázquez Nin, de la Facultad de Ciencias; Juan Carlos Pereda Failache, del Instituto de Investigaciones Filosóficas, y Xavier Cortés Rocha, de la Facultad de Arquitectura.
Al hablar en nombre de los galardonados, Pardo Cemo destacó la labor docente y dijo que en muchos casos la orientación de un buen maestro propicia que un joven elija una profesión.
“¿Qué define la elección de una disciplina como motivo de vida? ¿Qué factores influyen en esta crucial elección en un joven que tiene puesta su mirada en tantas cosas novedosas de este mundo? Es indudable que no se trata, en la mayoría de los casos, de una cuidadosa planificación de objetivos.
Por el contrario, ha sido una serie de acontecimientos azarosos o experiencias absolutamente casuales, y de manera importante un buen maestro que supo cultivar nuestra curiosidad, nuestro deseo de conocer y nuestra capacidad de asombro.
En la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, ante docentes, estudiantes y funcionarios de la UNAM, la profesora emérita llamó a hacer conciencia sobre el hecho de que en México sólo uno de cada cuatro jóvenes en edad de cursar la universidad puede hacerlo.
Acerca de los galardonados, Pardo Cemo indicó que iniciaron su aventura docente cuando la UNAM albergaba a menos de 60 mil estudiantes (hoy hay más de 330 mil), y fueron testigos de la creación de varias instancias, como el Colegio de Ciencias y Humanidades o las facultades de estudios superiores.
Algunos fuimos testigos y protagonistas de movimientos estudiantiles y magisteriales. En 1968 aprendimos que las huelgas no significaban abandonar las aulas, que podíamos actuar libremente, con el pensamiento abierto y la disposición de escuchar y convencer de la necesidad de tener libertades democráticas. Aprendimos a brigadear, repartir volantes y pintar camiones, movidos por el deseo de construir un México mejor y más justo.