Moderno Eliot Ness
sumido desde hace algunas semanas como controlador plenipotenciario de todo lo que acontece en el estado, el comisionado Alfredo Castillo Cervantes fue el invitado especial a la ceremonia en la que rindieron protesta los nuevos directivos del Consejo Coordinador Empresarial de Michoacán. Y ahí lanzó una nueva advertencia, ahora dirigida los delincuentes de cuello blanco.
En un tono que ya se está haciendo usual en sus intervenciones, el comisionado para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán fue amenazante con el lastimado sector empresarial de la entidad, ante cuyos dirigentes enfatizó que todo aquel que haya delinquido será sujeto de investigación y escrutinio de sus hombres en el estado.
Moderno Eliot Ness del peñismo, urgido de impactos que sobrepongan la imagen presidencial a la crisis económica, Castillo Cervantes no sólo se dedicará –según su dicho– a perseguir a los capos de la delincuencia organizada que opera en la entidad: para el comisionado no habrá estatus ni poder económico local que lo detenga en la búsqueda de sus objetivos.
El término delito de cuello blanco describe ilícitos no violentos cometidos por hombres de negocios o funcionarios de gobierno. Algunas definiciones demandan que el supuesto delincuente se encuentre en las clases socioeconómicas medias o altas.
No cabe duda: el comisionado Castillo interpreta fielmente el papel del superpolicía, y seguramente tiene información precisa de los objetivos delincuenciales que ha de perseguir. Tal vez prevé que encontrará el Al Capone cuya captura lo encumbrará en la actual administración.
El caso es que Castillo Cervantes concentra las atenciones, ocupaciones y preocupaciones de la mayoría de los michoacanos. Y él está fascinado –se le nota– con su papel. Goza y ejerce su poder.