annes. 13 de mayo. Había pocas expectativas en torno a Grace de Mónaco, del francés Olivier Dahan, que fue seleccionada para inaugurar el festival, tal vez para seguir con la tradición –pocas veces contravenida– de abrir boca con algo decididamente inferior.
Protagonizada por Nicole Kidman, quien ha recuperado la expresión al relajarse los efectos del botox, la edulcorada biopic pinta la vida de la célebre actriz hollywoodense Grace Kelly ya convertida en realeza monegasca, no como un cuento de hadas, sino una novela rosa sobre sus tribulaciones emocionales.
La acción se sitúa en 1962, cuando Hitchcock le ofrece a la princesa volver a la actuación para interpretar Marnie. La vida de alteza no le ha sentado bien y ella quiere volver a sentirse útil. Al mismo tiempo su marido, el príncipe Rainiero (un Tim Roth fuera de papel), enfrenta una crisis política pues el gobierno francés, a cargo del presidente DeGaulle, amenaza con anexarse Mónaco por sus deudas económicas. (El fantasioso guión de Arash Amel lo hace ver como una crisis mundial peor que la de los misiles cubanos). La protagonista deberá escoger el asumir e interpretar bien su rol de princesa y fungir como una luchona defensora de las causas populares.
A saber por qué la película ha inquietado a la casa Grimaldi, pues es un retrato hagiográfico que pinta a Kelly como una santa que sacrifica su carrera por el bienestar de su marido y familia.
Con su conocida prestancia, Kidman hace lo que puede con un papel estereotipado y diálogos imposibles (varios de ellos provocaron carcajadas en la función de prensa), que le exigen lagrimear a cada instancia. Como recurso formal, Dahan hace grandes acercamientos a su rostro y ojos llorosos, como si se tratara de un duelo de Sergio Leone.
Los silbidos no se hicieron esperar al final de la proyección. Uno sospecha que Grace de Mónaco será apreciada únicamente por los más ávidos lectores de la revista Hola. Pensándolo bien, el actual Godzilla hubiera hecho mejor papel como película inaugural. Cuando menos hubiera ofrecido un espectáculo más verosímil. (La crítica no es la única adversa a la película de Dahan. El magnate Harvey Weinstein, quien compró los derechos para Estados Unidos, levantó polémica, pues anunció que efectuará una redición de la misma para el gusto de sus coterráneos).
No cabe duda que los cineastas mexicanos en Cannes están, en la presente edición, para cumplir funciones protocolarias. Pues la inauguración del festival corrió a cargo del famosísimo Alfonso Cuarón, acompañado por la actriz Chiara Mastroianni (el cartel oficial viene ilustrado este año por el rostro de su padre en Ocho y medio).
Hablando de mexicanos exitosos en el extranjero, la actriz y productora Salma Hayek presentará el sábado un adelanto (work-in-progress, que le dicen) de su producción animada de El profeta, adaptada de la novela de Jalil Gibrán (lectura obligada de la secundaria). Un ambicioso proyecto, según parece, que reúne el trabajo de varios animadores internacionales, más actores hollywoodenses para el doblaje.
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