Un boxeador maduro se emociona cada que ve pelear a Juan Manuel Márquez a los 40 años. Ese peleador es Édgar Sosa, de 31, con una larga carrera en la que ha sido campeón mundial de los minimoscas, pero que ha sufrido altibajos. Tan violentos que vivió momentos de frustración y de duda.

En su último intento de volver a ser monarca, perdió ante el japonés Akira Yaegashi el año pasado en Tokio. Tuvo titubeos, pero su ambición de dejar un recuerdo imborrable en el boxeo mexicano lo mantienen firme y con la mirada fija en volver a ser campeón del orbe.

Todavía tengo mucho que ofrecer el el boxeo, dice Sosa y señala: Cuando pienso en mi carrera también pienso en Juan Manuel Márquez porque es una inspiración para cualquier boxeador que ya no es joven, pero que aún está en plenitud de facultades.

Pese a su edad, Márquez sigue exhibiendo clase como un artesano del cuadrilátero. Ese modelo lo tiene muy presente Sosa cuando titubea para no dejarse caer. Como cuando vivió uno de los momentos más dramáticos de su carrera. Un cabezazo del filipino Rodel Mayol que le costó el título de Consejo Mundial de Boxeo en peso minimosca y que le provocó doble fractura en el rostro.

Es claro que no todos son Márquez, porque también están caso de grandes boxeadores que terminan hechos pedazos por la edad y los descuidos, aclara Sosa, quien precisa que la clave es llevar una vida de disciplina rígida para prolongar la vida deportiva.

Creo que los peleadores de hoy hemos cambiado nuestros modos de vivir abajo del cuadrilátero. Eso hace que estemos en condiciones de prolongar nuestra vida deportiva.