e acuerdo que Virginia Woolf se suicidó a los 49 años.
Me acuerdo de que el método Alexander fue inventado por un actor australiano de ese nombre.
Me acuerdo que todos los miembros de la familia real británica, incluyendo a la reina Isabel, siguen diariamente las lecciones del método Alexander.
Me acuerdo que tengo que saber diferenciar entre los métodos Alexander, el Feldenkreiz y el Pilates.
Me acuerdo que gracias a Julio Verne y a mi padre me volví viajera.
Me acuerdo que en los Viajes extraordinarios de Verne sus personajes viajaban a veces por la Patagonia, por Australia, por China, por la India y que, además, solían visitar islas desiertas, lugares que Verne nunca conoció.
Me acuerdo del capitán Nemo y de El Capitán de quince años.
Me acuerdo que prefiero la primera parte de Los hijos del Capitán Grant a la segunda.
Me acuerdo que, de soslayo, en W, recuerdos de infancia, Perec evoca las aventuras de varios personajes de Julio Verne.
Me acuerdo cuando leer a Julio Verne era solamente un placer y no un estudio.
Me acuerdo del ombú gigantesco de Los hijos del capitán Grant, transformado gracias a la escritura en un barco terrestre.
Me acuerdo que a la edición de Porrúa que compré de Los hijos del capitán Grant le faltaban más de 50 páginas, nada menos que un terremoto, una avalancha y un vuelo de cóndor.
Me acuerdo que cuando releo a Julio Verne, vuelvo a la adolescencia, espero que no sea grave.
Me acuerdo que mi amigo José Luis Martínez decía que yo era la hija del capitán Glantz.
Me acuerdo que Verne fue un fanático de Edgar Allan Poe: escribió un libro donde continúa las Aventuras de Arthur Gordon Pym.
Me acuerdo de Poe cuando dijo que la belleza es el único estado legítimo del poema.
Me acuerdo de uno de los leitmotifs de Palmeras salvajes de Faulkner, procede de la Biblia ¡Que se seque mi mano derecha, si me olvido de ti, oh Jerusalén!
Me acuerdo que nunca he sabido cuál palabra es más terrible ¿inexorable o despiadado?
Me acuerdo que en una ocasión platicaba con Sergio Pitol, quien me dijo: Mira, Margo, en mi obra la novela policial ha sido una influencia decisiva.
Me acuerdo de que me fascina leer las novelas policiacas de Georges Simenon, Raymond Chandler, Dashell Hammet, Patricia Highsmith, pero nunca consigo dominar su estructura para escribir mis propios textos policiacos.
Me acuerdo que cuando termino de leer un Maigret de Simenon se lo paso a mi amiga Luz del Amo.
Me acuerdo que quieren privatizar el petróleo.
Me acuerdo que ya lo privatizaron.
Me acuerdo que lo bueno de David Markson es que se puede descontextualizar.
Me acuerdo que leí en una revista científica que las momias de Egipto padecían enfermedades cardiovasculares.
Me acuerdo que tengo una carótida gorda y otra flaca.
Me acuerdo de mi amiga Mariana Frenk, la escritora, crítica y traductora alemana, llegó a México en 1930 huyendo de los nazis, murió a los 106 años, perfectamente lúcida.
Me acuerdo que Mariana decía en un aforismo: El rencor de los jóvenes a la vejez es, en parte, temor a su propia vejez.
Me acuerdo que Mariana también dijo que lo peor de la vejez es saber que somos viejos.
Me acuerdo que cuando nació la última de sus hijas, Marx exclamó: es del sexo por excelencia, y que su único hijo varón lo tuvo con su criada: Engels lo reconoció como suyo.
Me acuerdo que vi mi corazón en una esquina del Hospital de Nutrición, latía, latía y en la canción seguía lloviendo.
Me acuerdo que tengo una pequeña lesión en mi válvula aórtica, pero no es grave, se ha calcificado debido a la edad.
Me acuerdo que tras la muerte de Melchor Ocampo, su hija conservó por 23 años el corazón de su padre en una urna que ella misma confeccionó.
Me acuerdo del obispo Fernández de Santa Cruz cuyo seudónimo fue Sor Filotea, gran personaje en el siglo XVII novohispano y fundamental en la vida de Sor Juana. Murió en su obispado en Puebla y ofrendó su corazón a las monjas del convento de Santa Mónica, fundado por él.
Me acuerdo del tuit como obituitario.
Twitter: @margo_glantz