Ayer falleció Cornelius Gurlitt, quien poseía más de mil 200 obras de arte entre las que se sospecha varios centenares fueron expoliadas a judíos durante el nazismo; el destino de este tesoro artístico sigue incierto.

Después de una difícil operación del corazón y una estadía de varias semanas en una clínica, Gurlitt quiso volver a su apartamento de Schwabing, donde murió ayer por la mañana, en presencia de su médico y de un enfermero, informó Stephan Holzinger en un comunicado.

Interrogado sobre quién podría heredar el patrimonio del coleccionista, Holzinger dijo que Gurlitt (Hamburgo, 1932-Munich, 2014), tiene parientes vivos pero no dio otros detalles, reportó la agencia Ap.

Señal ejemplar

Gurlitt había acordado con el gobierno alemán (La Jornada, 08/04/14) analizar las obras sospechosas de haber sido robadas con la finalidad de devolverlas a los propietarios originales. Se mostró preparado para permitir que se analicen todos los cuadros sospechosos de haber sido robados para establecer su procedencia, informaron entonces el gobierno alemán, el Ministerio de Justicia de Baviera y los abogados del octogenario.

Uno de los puntos de ese acuerdo es que las obras serían entregadas a Gurlitt luego de un año y hasta entonces podría ir a verlas cuando lo desee. En tanto, esta-rían bajo custodia de las autoridades y como parte de la plataforma online Lost Art (Arte perdido). El análisis de las piezas correría a cargo del grupo especializado Schwabinger Kunstfund.

Está por determinarse quién heredará las piezas que le pertenecían a Cornelius Gurlitt, puesto que nunca tuvo hijos y Benita, su única hermana, murió en 2012. Se desconoce, también, si existe un testamento y si sus bienes pasarán a un heredero o al Estado alemán.

Monika Gruetters, del Ministerio de cultura alemán, dijo el martes que la decisión de Gurlitt para colaborar con las autoridades merecía ser reconocida.

Debemos reconocer a Cornelius Gurlitt por... dar una señal ejemplar de la búsqueda de soluciones justas con esta manifestación de responsabilidad moral, refirió Ap.

Esta decisión es relevante, pues según la ley alemana el coleccionista no estaba obligado a devolver los cuadros a sus dueños, debido a que estaba protegido por un estatuto de limitaciones, que niega cualquier pretensión de hechos que sucedieron hace más de 30 años. Incluso si se demuestra que las obras fueron saqueadas por los nazis, Gurlitt pudo haberlas guardado, dice el especialista Will Gompertz a través del sitio en Internet de la BBC.

El octogenario, que vivía aislado en un apartamento de Munich en compañía de obras maestras de artistas como Pablo Picasso, Pierre-Auguste Renoir, Marc Chagall, Henri Matisse, Otto Dix y Max Ernst, se hizo conocido en noviembre pasado cuando la prensa reveló la existencia de ese tesoro.

El gobierno alemán reservó la información durante un año, ya que hizo el descubrimiento tras una investigación fiscal sobre Gurlitt, por lo que recibió muchas críticas, y el caso reactivó la polémica sobre la restitución de las creaciones robadas por los nazis.

La autoridades habían incautado a Gurlitt las obras que pertenecieron a su padre, Hildebrand, un galerista de pasado turbio bajo el régimen nazi (1933-45) en el marco de una investigación por fraude fiscal. Al conjunto se le dio un valor estimado de un billón de euros, lo cual lo convierte en el mayor descubrimiento de arte confiscado por los nazis desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Los representantes de Gurlitt aseguraron después otras 238 piezas de una casa abandonada que era de su propiedad en Salzburgo, Austria. El coleccionista no estuvo bajo investigación en Austria y esas piezas nunca fueron incautadas por las autoridades.

(Con información de Afp y Dpa)